«¡Mañana tengo examen y voy a suspender!» Lo primero que piensan tus hijos cuando tienen examen es que no les da tiempo y que no van suficientemente preparados a pesar de haber estudiado.
¿Por qué creen que no tienen atención y concentración?
La ansiedad:
Al miedo que tienen de haberse dejado algo importante por estudiar. Y cuanto más esfuerzo y más estudian, más miedo tienen a fracasar.
La autoexigencia:
Es la responsable de dejar su mente en blanco y bloquearles.
La anticipación de pensar que van a ocurrir las peores opciones:
Y la anticipación siempre es para pensar en los posibilidades negativas y esto ocurre aunque hayan estudiado mucho y saquen muy buenas notas. Así funciona el cerebro de los seres humanos: nadie entra un examen pensando que va a sacar un 10, sino siempre pensando en las peores posibilidades.
Las creencias limitantes son un obstáculo:
Si se ha suspendido un examen, no quiere decir que se va a suspender todos los demás.
El problema es que cuando alguien cree que no es bueno en algo empieza actuar como si realmente no fuera bueno en algo.
Las etiquetas puestas tanto por padres como por profesores
Las etiquetas desmotivan y etiquetar a un adolescente es uno de los mayores errores que se pueden cometer, ya que van a interiorizar esa etiqueta y luego será complicado desmontarla. El hecho de suspender un examen de matemáticas no le hace malo a tu hijo en las matemáticas.
¿Qué pueden hacer los padres para mejorar su atención y concentración?
- Preguntarle si necesitan ayuda este es el primer paso fundamental. A continuación puedes explicarle que tú conoces algunos trucos qué tal vez le puedan ayudar.
- Preguntarle qué cosas quiere hacer cada día para que haga una lista como: estudiar, jugar a la Play, tocar la guitarra, salir un rato con los amigos…
- Preguntarle cuánto tiempo cree que puede dedicar a sus deberes, para que sea él el que decida por sí mismo. A veces, deja los estudios para el final no es buena estrategia.
- Motivarle para estudiar: tal vez pueda quedar con algún amigo para hacerlo.
- Apuntar en la lista que ha hecho de todas las actividades que quiere hacer. Esto se irá interiorizando y poco a poco se irá acostumbrando hacerse un hábito de horarios y de actividades y una vez que haya hecho eso podemos dar otro paso adelante.
- Reservar los horarios en los que sabe que su rendimiento es mayor y dedicar ese tiempo a estudiar los temas que más le cuestan.
- Las cosas siempre de una en una. Antes de empezar un tema, acabar con el anterior; antes de empezar una actividad, acabar con la anterior. Esto es muy importante si queremos que haya una buena concentración.
- Facilitar la concentración: alejar todo aquello que la ponga en peligro como los móviles, las pantallas…
- Dejarse siempre un espacio para despejar la mente. Parar de vez en cuando y despejar la mente durante cinco minutos, dos o 10.
- Evitar las bebidas energéticas antes ya que no me entra la concentración y generan adicción.
- Ofrecerles la técnica de Pomodoro.
¿Qué es la técnica de estudio Pomodoro?
Esta técnica es muy sencilla y consiste en dividir el tiempo en intervalos de 25 minutos y a cada intervalo se le llama «Pomodoro»: 25 minutos de estudio o trabajo.
Esos 25 minutos van seguidos de cinco minutos de descanso. Cada cuatro Pomodoro, el descanso es un poco más largo.
Durante ese periodo de 25 minutos, se dibuja en un papel un círculo y se hace una marca dentro del círculo cada vez que sea que haya una distracción tanto interna por un pensamiento como externa por un móvil un ruido.
Al acabar la tarea, se fija en cuantas distracciones ha habido para intentar minimizarlas.
Poco a poco el nivel de concentración mejorará es un método muy motivador.
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