Tenemos que fomentar la comunicación con nuestros hijos desde pequeños. Darles la confianza y la seguridad para que nos cuenten aquello que les pasa sin percibir juicios ni etiquetas por nuestra parte. Es un proceso lento y que debemos ir trabajando con ellos poco a poco.
Es necesario que como padres conozcamos las inquietudes, miedos y pensamientos de nuestros hijos para poder guiarles y que tomen sus propios decisiones barajando sus mejores opciones y para eso es necesario ayudarles a que:
- Expresen con palabras lo que sienten.
- Comprendan sus emociones y sentimientos.
- Establezcan y marquen sus objetivos.
- Decidan lo que van a hacer.
Todo esto exige un proceso gradual de trabajo que debemos ir realizando día a día.
La mayoría de los niños y adolescentes tienen dificultades para expresar lo que sienten y expresar los problemas que les preocupan y ahí entramos los padres, desarrollando el arte de formular las preguntas necesarias.
La pregunta más temida: ‘¿Por qué…?’
Por supuesto, si hablamos de comunicación debemos saber que las preguntas que menos les gusta contestar a nuestros hijos son aquellas que empiezan con un ‘¿por qué…?’ Normalmente, su contestación más inmediata es soltarnos un «no lo sé» y, a continuación, ponerse a la defensiva.
Por ejemplo cuando les preguntamos:
«¿Por qué has pegado a tu hermano?» Su contestación tendría que ser la siguiente: «Le he pegado porque no tengo suficiente control emocional para buscar una conducta alternativa que no sea tan impulsiva».
Sin embargo, conseguir una respuesta de este tipo en un niño o adolescente es casi imposible, tendremos que buscar cómo abordar las preguntas de forma que planteen cuestiones abiertas y generen una buena conversación con nuestros hijos.
Tips para mejorar la comunicación y lograr un vínculo emocional
Sustituye el ‘por qué’ por preguntas más abiertas
Para evitar situaciones en las que nuestros hijos se pongan a la defensiva y no conseguir nada con ello, debemos cambiar el ‘por qué’ por alguna de estas alternativas cada vez que queramos preguntar:
- ¿Qué ha pasado?
- ¿Qué pasó justo antes?
- ¿Cómo te sientes respecto a lo que ha pasado?
- ¿Qué te hubiera gustado que pasara?
En una educación en la que buscamos la inteligencia emocional en nuestros hijos, tenemos que ayudarles a pensar con la mayor claridad posible para tomar decisiones en diferentes ámbitos. Como, por ejemplo, cuando no estemos cerca o cuando tengan presión por parte de sus amigos.
Evita preguntas ‘sí/no’
Piensa antes de realizar una pregunta que nos lleve a respuestas de «sí» o «no». Podemos sustituirlas por una pregunta más abierta. Por ejemplo: «¿Cómo te sientes?»
Sin juicios
Cuando no somos autoritarios ni les juzgamos, es más fácil que se sientan cómodos. Así podrán explorar sus propios procesos, sus ideas y emociones con nosotros. De lo contrario, tanto los niños como de los adolescentes, nos desafiarán con respuestas provocativas que nos llevarán a una discusión.
Cuando hacemos preguntas abiertas, aunque les tengamos que dedicar más tiempo, estamos creando un ambiente positivo en el que vamos ayudar al niño a que tome sus propias decisiones.
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