Cuando los niños son pequeños en buena medida podemos marcar las pautas para los hábitos y el estilo de relación que mantendrán, según vayan creciendo. Por esto, la infancia es un momento maravilloso pero también es un momento en el que, a veces, de forma inconsciente podemos contribuir a que nuestros hijos tengan «conductas manipuladoras o conductas caprichosas, o incluso despóticas».
¿Por qué puede ocurrir que nuestros hijos tengan conductas caprichosas o manipuladoras?
- Por no poner límites, cuando cedemos constantemente para que él/ella lleve el control familiar.
- Por tener un estilo educativo muy agresivo y punitivo.
Como respuesta a cualquiera de estos estilos, los hijos pueden ir adquiriendo cada vez más poder o pueden imitar nuestras conductas.
Por supuesto que no hay reglas fijas. Cada familia, cada persona, cada hijo, tiene sus propias características y no hay fórmulas mágicas que sean eficaces siempre y en todos los casos.
Algunas claves que puede provocar en nuestros hijos conductas tiranas:
Ceder en todo sin decirle NO
Esto desde luego es la pauta más eficaz para los niños que nos exigen siempre, puesto que les haremos incapaces de tolerar la más mínima frustración y estarán dispuestos a saltar por cualquier cosa. Al fin y al cabo, muchas veces es muy fácil ceder.
¿No es más fácil comprarle otra bolsa de chuches sabiendo el alboroto que va a organizar si no se la compro?
¿No es más fácil poner otra vez macarrones por cuarto día consecutivo, sabiendo la que va a montar si le pongo pescado?
¿No es más fácil que duerma siempre con los padres para que no pase miedo?
Una vez que se empieza a ceder, la cosa suele ir a más. Muchas veces son los padres los que creen que están controlando a los hijos y no se dan cuenta de que es justo al revés.
Si mandan los hijos no mandan los padres.
Esto se consigue fácilmente dando prioridad absoluta a las necesidades del niño/a para que se antepongan a las de los padres, de este modo, aprende que es él/ella es lo más importante de la familia.
Esto se adquiere poco a poco:
- Dejándose interrumpir en cualquier conversación.
- Dejando inmediatamente lo que se está haciendo siempre para dedicarle toda su atención.
- Dejándole que tome todas las decisiones que afectan a toda la familia.
Enseñarles a ser irresponsables
Cuando los niños no se hacen responsables de sus conductas, lo tienen más fácil para exigir a los demás que lo hagan y echarles la culpa de lo que pasa. Y una forma de fomentar que no se hagan responsables de sus actos es: «Hacerlos por ellos para evitar tener que enfrentarnos a tener que poner límites».
Por supuesto es muy fácil seguir haciendo las cosas que hacíamos cuando eran muy pequeños como:
- Ponerles el desayuno
- Recogerles los juguetes
- Hacer las tareas por ellos siendo adolescentes
Entretener siempre a su hijo/a para que no tenga rabietas
Cuando el adolescente se va dando un portazo, tirando y rompiendo algo al suelo está interpretando la versión más adulta de una versión infantil de rabieta, que no se ha sabido enderezar.
Muchas veces, nos adelantamos a la mala conducta que pueda tener nuestro hijo explicándole cómo lo puede hacer y aunque esto parezca extrañísimo, lo hacemos con mucha frecuencia.
Es lo que ocurre cuando le explicamos a nuestro hijo claramente lo que NO debe hacer.
Por ejemplo:
«Ahora vamos a ir a la consulta del dentista. No se te ocurra escaparte, ni tirarte al suelo, ni gritar o dar patadas».
Ceder ante las rabietas
Cuando cedemos a las rabietas, les estamos enseñando que esos momentos son eficaces y refuerzan esas conductas. Hay veces que los niños saben como amenazar con diferentes tipos de rabietas o chantajes en diferentes momentos.
Ser tirano con los hijos pasa factura
Nosotros somos su modelo y si somos déspotas, seremos un gran ejemplo a seguir para convertir a nuestros niños en lo mismo.
Esto se consigue:
- Exigiéndole cosas constantemente.
- Utilizando malos modos.
- Dando una orden tras otra.
- Siendo tremendamente exigente.
Todo esto va a garantizar la frustración del niño y la pérdida de la autoestima.
Otro ingrediente es el no alabar ni elogiar nunca sus logros, de esta forma, se irá convirtiendo en un ser cada vez más inestable emocionalmente. Si además las órdenes que les damos son contradictorias, la confusión será cada vez mayor.
Minimizar o justificar las agresiones de nuestros hijos
Restarle importancia o justificar las agresiones de nuestros hijos es la forma más rápida y sencilla de convertirles en personas con actitudes tiranas.
Reforzar de forma sistemática sus conductas agresivas, sin consecuencias negativas será la el camino más directo hacia la tiranía.
Bien porque nos haga gracia como insulta a sus amigos o como raya los muebles en la casa del vecino. Frases como: «Bueno, son niños. ¡Ya se arreglarán entre ellos!, «eso lo tienen que arreglar entre ellos»…
Si tenemos en cuenta todos estas premisas tenemos muchas posibilidades de que nuestro hijo vaya a ser un pequeño dictador.
Se nos va la fuerza por la boca
Hablar sin actuar o como coloquialmente decimos: ‘se nos va la fuerza por la boca’. Y es que los padres, muchas veces, amenazamos sin saber si vamos a cumplir o no lo que estamos diciendo.
«Como no dejes a tu hermano en paz te vas a enterar…»
«Como no te quedes quieto, te quedas sin la Play toda la tarde»
«Si no te acabas la verdura, te quedas sin postre toda la semana»
Y de esta forma nos creemos que estamos haciendo algo para corregir a nuestros hijos sea razonable o no, tenga sentido o no.
Hablar y razonar
En ocasiones, cuando hablamos o razonamos no solemos realizar una acción eficaz y solo conseguimos potenciar esas conductas disruptivas.
Castigos exagerados
La aplicación de castigos también ayuda a crear a niños tiranos, eso sí, si los aplicamos de forma continua y exagerada el efecto será aun mayor.
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