Me hacéis muchas preguntas en consulta sobre la diferencia entre castigos y las consecuencias naturales. Por eso en el post de hoy vamos a hablar en profundidad sobre este tema que genera tantas dudas.
En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que cuando una consecuencia deja al niño/a en una situación de peligro no podemos permitir que vivan esa consecuencia natural, ya que sería una negligencia por nuestra parte.
Las consecuencias naturales forman parte de un proceso de educación desde el respeto. Esto quiere decir que cuando hay una conducta inadecuada, el niño/a debe vivir la consecuencia natural de dicha conducta para que haya una coherencia.
¿Cómo aplicar las consecuencias naturales en los niños?
Al principio somos los padres los que debemos explicar esta asociación, es decir, lo que puede ocurrir en caso de que el niño/a decida tener una determinada conducta. Sin embargo, poco a poco y a medida que el niño/a tenga capacidad de entender, es importante que aprenda a decidir. Eso sí, previamente tenemos que tener la certeza de que ha entendido la situación de lo que le hablamos y, por ende, las consecuencias naturales de dicha decisión.
Desde luego al niño/a no le ayudan las charlas muy largas ni los sermones. Por supuesto, tampoco los gritos, ni los castigos o las humillaciones. Y es que la propia consecuencia natural supone el aprendizaje implícito que nuestro nuestro hijo/a necesita. Debemos tener en cuenta que la consecuencia natural va acompañar al niño/a durante toda su vida, proporcionándole un aprendizaje imprescindible.
Poco a poco el niño/a irá interiorizando lo qué ocurre cuando lleva a cabo una determinada conducta de forma natural, las emociones que surgen en él cuando vive esas consecuencias naturales e irá viendo que hay conductas que es mejor no llevar a cabo, ya que las consecuencias no le no le van a gustar. Con ello, conseguiremos que el niño/a se convierta en una persona autónoma que tendrá la capacidad de tomar las decisiones correctas con arreglo a los resultados de las decisiones vividas previamente.
Características para que una consecuencia natural no sea un castigo
1.- La consecuencia natural debe basarse en el respeto. Es decir, no debe conllevar ningún peligro para la salud y la vida del niño/a. Además debe ser una consecuencia que vaya libre de culpa, de humillación, de gritos, de vergüenza…
2.- Las consecuencias no persiguen que el niño/a se sienta mal, ni que nosotros le demos una clase inolvidable a nuestro hijo/a. Las consecuencias naturales persiguen que el niño vaya tomando conciencia de la importancia de sus decisiones y de sus conductas y de cómo éstas repercuten directamente en los demás y nosotros mismos.
3.- La consecuencia tiene que ser muy clara para el niño/a. Tiene que entender la consecuencia. Esa es la única forma por la que irá integrando poco a poco y comprendiendo la repercusión de sus conductas. Pero en este proceso nosotros dejamos de ser el enemigo. Eso no ocurre en el castigo que muchas veces pasa por encima de la comprensión del niño, tomando medidas incoherentes y perjudiciales para él. Si nosotros nos sentamos a hablar con el niño después de que le hemos dicho que, probablemente, si come muchos caramelos, luego le dolerá la tripa y nos hemos retirado. Le hemos dejado libertad para decidir, podremos cerciorarnos de que lo ha entendido, porque le duele efectivamente la barriga…
4.- La consecuencia natural debe ser coherente con lo que hacen los padres y coherente con la conducta que han tenido.
Ejemplo:
Si el niño ha estropeado su libro de cuentos y ha roto algunas hojas en un ataque de rabia, no hace falta que le gritemos le castiguemos o le demos un sermón acerca de lo mal que cuida habitualmente sus cosas puesto que eso es un castigo.
Tendrá mucho mayor significado para él simplemente darse cuenta de que ya no va a poder volver a leer su libro de cuentos.
Podemos sentarnos a charlar con él, para saber cómo se siente y para que nos explique qué ha ocurrido o como se ha sentido y por qué lo ha hecho pero siempre evitando culpabilizarle. Podemos preguntarle:
¿Crees que podrías haber actuado de otra manera?
¿Crees que podremos pegar las páginas rota.?
Y si el niño así lo decide, podemos ayudarle a pegar sus páginas rotas y a expresar sus emociones.
5. – La consecuencia natural tiene que ser explicada por los padres antes de que tomen su decisión. De esta forma no hace falta añadir el «te lo dije», puesto que no habrá sorpresas y de esta forma el asociará espontáneamente la consecuencia natural con su conducta.
6.- Una consecuencia natural no es lo mismo que un castigo. La relación con nuestros hijos la tenemos que basar en el respeto, la comunicación, el afecto, el cariño y la confianza. Las consecuencias naturales deben ser avisadas por los padres para que el niño sepa que su decisión puede tener consecuencias que repercuten en los demás y en el mismo pero le damos la libertad suficiente para tomar su decisión.
7.- No a la sobreprotección. Especialmente en las consecuencias naturales, muchas veces los padres intentamos evitarles las consecuencias.
Ejemplos:
Si no quiere desayunar en casa antes de ir al colegio, tendremos que explicarle que luego es posible que pase hambre y que no esté atento en clase porque el hambre le distraiga.
El niño puede asumir perfectamente esas consecuencias naturales y aprender de ellas.Si el niño está saltando en el sofá y al lado hay una mesa muy cerca y si se cae puede darse un golpe muy fuerte, podemos explicarle lo que puede ocurrir. Sin embargo, en esta ocasión, sí que tenemos la autoridad necesaria para hacerle bajar del sofá y evitarle la caída.
8.- Las consecuencias naturales tienen que basarse desde la coherencia y el sentido común. Esto es básico ya que no sirve de nada el hablar de una consecuencia natural un día y al día siguiente, por falta de tiempo, porque estamos nerviosos o cansados o de malhumor, castigar al niño por la misma conducta por la que, ayer le dejamos vivir sus propias consecuencias.
Somos humanos, nos equivocamos y tenemos que aprender junto con nuestros hijos. Es necesario que vayamos entrenando y reflexionando sobre esas respuestas que, muchas veces, decimos sin pensar y de forma automática. Es más cuando respondamos de forma impulsiva, con violencia verbal y con amenazas o castigos, debemos aprender a retirarnos, respirar y tranquilizarnos. Y es que seguro, que más tarde, nos arrepentiremos de nuestra reacción.
9- No a la compasión excesiva. El hecho de que, en algunos momentos, nos dé pena que vivan esas consecuencias que les toca vivir, hace que no les transmitamos una visión positiva. Eso sí, si creemos que esa consecuencia natural les va a costar, podemos estar ahí para ayudarles, acompañarles y transmitirles que no están solos. Sin embargo, ten en cuenta que las consecuencias naturales implican al niño no le humillan.
Explicarle al niño las consecuencias de lo que va a vivir en una determinada situación es positivo, igual que lo es conocer su opinión antes de que decida la conducta que va a llevar a cabo y respetar su decisión.
¿Sigues teniendo dudas sobre las consecuencias naturales? Déjamelas en comentarios.
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