¿Escuchas verdaderamente a tus hijos? Practica la escucha activa

¿Crees que escuchas verdaderamente a tus hijos? En ocasiones, estamos oyendo lo que nuestros hijos dicen pero… ¿estamos procesando el mensaje, entendiéndolo al 100% incluso prestando atención al lenguaje no verbal?

Veamos un ejemplo a ver si os sentís identificados con esta situación.

Pablo le cuenta a su madre una cosa importante que le ha pasado en el colegio.

De repente, le dice: «Mama te estoy contando algo importante».

La madre le responde: «Te estoy escuchando».

A lo que su hijo replica: «No, no me estás escuchando». Pablo se molesta y se va a su cuarto y se encierra.

Tras la situación la madre sigue preparando la cena para toda la familia.

¿Qué crees que ha fallado?¿La madre estaba realmente escuchando? Y es que debemos tener claro que como padres escuchar plenamente y con toda nuestra atención es fundamental para conocer y saber qué necesitan, cómo son o  qué es lo que están viviendo nuestros hijos. Para ello, es necesario crear un clima en casa en el que se fomenta la escucha con atención plena generando así en el niño la seguridad suficiente para hablar de cualquier tema con vosotros y saber que pase lo que pase podrá volver porque estaréis siempre ahí.

¿Qué es la escucha activa y plena?

Cuando hablamos de escucha activa y plena nos referimos a escuchar y entender el mensaje de quién nos habla. Pero no solo las palabras también los sentimientos, ideas o pensamientos de ese mensaje e incluso su lenguaje no verbal. ¿Parece fácil, verdad? Pero en multitud de ocasiones y sin darnos cuenta cuando alguien nos está hablando, estamos pensando o haciendo otras cosas por lo que parte del mensaje nos pasa desapercibido.

Fomentar la escucha activa y plena con nuestros hijos será fundamental para su desarrollo y bienestar psicoemocional, ya que criaremos a niños con buenos patrones de comunicación. Niños con más confianza, sin miedo a abrirse a nosotros, que nos contarán cualquier cosa y se sentirán más cerca de nosotros. Y cuando lleguen a su etapa de adolescente estas bases serán un bálsamo en un período de búsqueda de identidad y donde se siente más retraídos y confusos.

Tipos de escucha

Digamos que podríamos encontrar tres tipos de escucha diferentes en la relación con nuestros hijos:

  1. La escucha en la que escuchamos las palabras pero nuestra atención está en lo que estamos pensando. Suele ser la más habitual. Aquí es obvio que nos estamos perdiendo gran  parte de lo que nos quieren hacer llegar ,pero nos permite conectar con lo que estamos pensando.
  2. La escucha en la que nos llega de verdad lo que hay detrás de esas palabras. Se consigue cuando ponemos toda nuestra atención en lo qué dice, cómo lo dice, sus gestos, tono, lenguaje no verbal, emociones. Es pura escucha, no le juzgamos ni estamos interpretando lo que dice.
  3. Aquella escucha en la que se tienen en cuenta las dos anteriores. Es decir, una escucha en la que estamos plenamente atentos, de una forma activa y, a su vez, estamos también conectados con lo que pasa alrededor y con nosotros mismos.

¿Por qué debemos practicar la escucha activa con nuestros hijos?

Probablemente practicaríamos la escucha activa, es decir aquella escucha focalizada en lo que nos dicen y en lo que no nos dicen, pero sí que nos quieren transmitir, si supiéramos que este tipo de escucha:

  • Fomenta la unión con ellos.
  • Se sienten más cerca de nosotros.
  • Genera espacios seguros y un vínculo seguro.
  • Confían más en nosotros y se sienten queridos.
  • Les enseñamos cómo escuchar a los demás.
  • Descubrimos de verdad quienes son nuestros hijos.

Aspectos a tener en cuenta en la escucha activa

  • La comunicación no verbal. Podemos fomentar la química con nuestros hijos y para eso es importante, primero fijarnos y poner atención a su lenguaje no verbal y después acompañando nuestro lenguaje corporal al suyo. Es decir después de extraer la información de lo que nos cuenta debemos mostrar empatía y fomentar nuestra atención en él o ella sentándonos o adquiriendo una postura parecida a la suya. Recuerda: no se trata de imitarle sino de hacer que se sienta cómodo y perciba que estamos presentes y muy cerca para él/ella.
  • El tono de voz. El volumen, ritmo y todo de nuestra voz pueden generar más confianza en nuestros hijos. Y es que el estado de ánimo muchas veces influye tanto en el ritmo como en nuestro tono. Cuando estamos contentos serás más rápido y el volumen más alto. Por tanto, si nuestro hijo/a habla en ese tono y queremos tranquilizarle empecemos hablándole en su mis tono y poco a poco bajar el volumen y hablar cada vez más despacio. De esta forma, de manera inconsciente él o ella adquirirá otro ritmo al hablar y se tranquilizará. Y al revés también funciona. Es decir, si nuestro hijo/a está triste. Para sacarle de ahí podemos empezar a hablar en su mismo tono y poco a poco ir teniendo un ritmo más alegre y levantando más el tono. Con ello conseguiremos ayudarle a salir de ese estado de ánimo.
  • Los silencios. El silencio puede ser tan importante como las palabras. Los niños necesitan pequeños silencios para reflexionar sobre lo que están pensando y poder expresar, así, mejor sus pensamientos. Es bueno esperar unos segundos antes de plantear una pregunta y esperar en silencio también a que nos la contesten.

¿Cómo podemos mejorar nuestra forma de escuchar?

  1. Dejando al margen las preocupaciones del trabajo, lo que estamos pensando, lo que tenemos que hacer…
  2. Buscando momentos tranquilos, sin prisas.
  3. Mirándole a los ojos y empezando a prestarle toda tu atención a tu hijo/a, a su lenguaje corporal, su forma de transmitir las palabras.
  4. Sin juicios.
  5. Con respeto y empatía.
  6. Sin interrumpirles.
  7. Dejando espacios de silencio, también para que el niño para pueda organizar sus pensamientos y seguir expresándolos.

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