¿te gustaría decir adiós a los gritos en casa? ¿Gritas a tus hijos para que te hagan caso?¿Crees que solo te obedecen cuando gritas? Efectivamente, el grito puede ser eficaz en un primer momento porque enseguida tus hijos se acostumbrarán a ellos y luego… ¿qué harás?
Nuestros hijos han incorporado un mal hábito si han aprendido que no hay que obedecer hasta que no te pones de mal humor, es decir, no te deben escuchar hasta que no oyen un grito. Entonces solo obedecerán con el grito
Dejar de gritar no es fácil porque implica autocontrol sobre las emociones que tenemos en ese momento específicamente sobre la rabia y el enfado que nos genera su desobediencia. Pero hay que tener en cuenta que los niños nunca obedecen a la primera y mucho menos en sus primeros años de vida.
El grito debe de desaparecer de casa
Si tu hijo está viendo en la tele los dibujos y le hablas desde la cocina para decirle: «vete a lavar los dientes». Lo más probable es que aunque se lo repitas varias veces no te haga caso porque está muy a gusto viendo sus dibujos. En esos casos, es necesario que la orden sea diferente. Lo ideal es que dejes lo que estés haciendo, te pongas enfrente de él muy cerca, le des la orden y le acompañes a cepillarse los dientes porque esa será la forma más eficaz de conseguir que lo hagan.
Razones por las que no deberíamos gritar a un niño
- Porque al gritarles, los niños se convierten en sordos, es decir, los gritos serán inútiles porque se habituarán a ellos. El grito es una respuesta agresiva, también por eso los hijos se cerrarán a obedecer y perderán las ganas de aprender o de portarse bien, se sentirán mal, al igual que tú, que también te sientes mal cuando gritas.
Con el grito no hay aprendizaje y aún más ellos acabarán gritándote a ti. - El grito no les enseña obedecer es una pérdida de control: no he podido controlar mi rabia y eso no les enseñará a gestionar a ellos sus emociones. Por supuesto esto exige un esfuerzo y exige autocontrol. Respira hondo no te dejes llevar por esa emoción aprende a gestionarla. El grito es una respuesta de descontrol.
- El grito les produce miedo. Los bebés y los niños pequeños gestionan muy mal los gritos, al igual que los ruidos bruscos. El miedo es una emoción y, como todas ellas, tiene una serie de repercusiones a nivel físico y a nivel hormonal, tiene repercusiones en su mente y en su sistema emocional .
- Gritar baja su autoestima. Puedo tener un día muy agradable con mi hijo, tener unas interacciones positivas, reconocer las cosas que ha hecho bien… De repente, a las ocho de la tarde ocurre algo, tu hijo no obedece y nos ponemos a gritarle. Recuerda que esos gritos van a borrar todo lo agradable que ha pasado durante el día. Al irse a dormir, tendrá la sensación de que haga lo que haga siempre lo hace mal, se porta mal. Tenlo en cuenta, un grito repercutirá en su autoestima y borrará todas las interacciones positivas previas.
Herramientas para evitar los gritos al poner límites y normas
- Comprométete contigo mismo y verbalízalo en casa, compártelo. ¡¡Todos en equipo!! Todos los miembros de la familia deben ser conscientes de tu intención, para colaborar y ayudarte a que funcione, recordándote cuando estás gritando, para hacértelo discriminar.
- Hay que hacer un ‘trabajo personal’. Trabajar las emociones, trabajar el enfado y la rabia. De esa forma te convertirás en un buen modelo, para enseñarles a ellos a gestionar también sus emociones.
- Deberás aprender a entrar en un estado de calma, respirando hondo varias veces o saliendo de la habitación para que esa emoción no te controle. Eso exige un aprendizaje, un entrenamiento y un ‘hacerse consciente’ de las emociones antes de que nos controlen. Aprender a gestionar las emociones.
- Nuestros hijos no nos desobedecen por fastidiarnos, lo hacen porque no les viene bien obedecer, prefieren seguir viendo los dibujos, al menos en la primera infancia. Más tarde, en la adolescencia hay otros mecanismos detrás de la desobediencia.
- Detecta las situaciones que te hacen ‘perder el control’. Si gritas cuando estás agotado, estresado, abrumado o quieres imponer tu voluntad. Piensa lo que tienen en común todas las situaciones en las que gritas, eso será de gran ayuda.
La clave es hacerte consciente y parar antes de llegar al grito - Si sales del trabajo muy estresado o enfadada intenta, antes de entrar en casa, respirar hondo y dejar esas emociones a un lado para que no las lleves puestas al entrar en tu hogar.
- Y sobre todo: somos humanos. No te castigues si algún día pierdes el control, nos pasa a todos y ese día nos queda una opción, pide perdón a tus hijos. El pedirles perdón será una gran lección para ellos también.
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