Nuestros hijos necesitan motivación y la mejor forma de poder ayudarles cuando no se portan bien o tienen conductas desadaptativas es motivándoles. A veces, nos cuesta motivarles cuando no se están portando bien cayendo en viejos hábitos y reaccionando de forma poco positiva para ellos y reprochándoles su mala conducta e incluso criticándoles por ello.
Por este motivo, en el post de hoy os quiero daros unas pequeñas pautas de cómo actuar ante esas situaciones e intentar darle la vuelta a esas acciones para conseguir motivarles y que poco a poco puedan tener conductas más adecuadas.
Debemos tener claro que motivar es hacer sentir a nuestros hijos que son capaces, útiles, que pueden influir en lo que hacen, en lo que les pasa y en sus reacciones. Se trata de enseñarles habilidades para vivir, a ser responsables en su vida y en sus relaciones. De ahí la importancia de la motivación en la vida de nuestros hijos.
Cuándo y cómo motivar a nuestros hijos
1.- En el momento adecuado
Muchas veces, e inmediatamente después de una mala conducta, ni nosotros ni nuestros hijos estamos en condiciones de escuchar ni de dialogar. En este momento, es necesario aplicar el método de «la parada obligatoria«, del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Y es que quizás es un momento en el que estamos, y están, un poco nerviosos: «Necesitamos tranquilizarnos, por lo que es mejor que hablemos dentro de un rato».
Cuando ellos y nosotros nos hemos calmado estaremos en condiciones de actuar de forma adecuada.
A veces se nos olvida que motivar a nuestro hijo puede ser tan sencillo como darle un abrazo en el momento adecuado.
2.- Con respeto
El respeto mutuo entre padres e hijos es muy importante, ya que el respeto va unido a la motivación. Muchas veces, para motivar a un hijo/a hace falta sentarse con él e intentar buscar una solución los dos juntos. Necesita que le hablemos, que le expliquemos, que piense cómo se puede resolver el conflicto. De esta forma, debe comprender cómo te sientes tú, debe sentirse comprendido y empatices con él/ella.
Esto provocará sorpresa y alivio, ya que muchas veces nuestros hijos esperan nuestra crítica y no nuestra empatía.
3.- Mejorar, sí pero ser perfectos, no
El hecho de buscar solución para una posible conducta desadaptativa de nuestros hijos, no quiere decir que vayan a reaccionar siempre de forma perfecta. Pero sí que cada vez que tenga una conducta parecida, se dará cuenta de lo que habéis hablado y de las soluciones que él ha propuesto, se hará consciente antes y lo hará mejor.
No hay que tener expectativas poco realistas y desalentadoras para nuestros hijos como «la perfección».
Si esperamos que sean perfectos, no lo harán y se sentirán muy desanimados. Pero sí mejorarán poco a poco sí les reforzamos y buscamos el diálogo.
Cuando los padres tratamos con respeto a los hijos y buscamos soluciones junto a ellos, les estamos motivando y los niños se sienten muy tenidos en cuenta. Con ello conseguiremos que sus conductas irán cambiando poco a poco.
4.- Ver las conductas positivas, no solo las negativas
El 85% de las conductas de los hijos normalmente son positivas, salvo excepciones, y tan solo un 15% de sus conductas son negativas.
Sin embargo, ponemos nuestra atención en ese 15%. Por eso, tenemos que cambiar nuestra atención y focalizarla en ese 85% de conductas positivas, eso hará que ese 15 % vaya disminuyendo. Así haremos que su motivación crezca.
5.- Reconducir las conductas inapropiadas
Todas las conductas tienen aspectos positivos y es interesante buscarlos, para motivar al niño a trabajar esos aspectos positivos a su favor.
6.- Arreglar el daño hecho
Para motivar a los niños podríamos hacerles partícipes en la resolución del problema. Por ejemplo, si el niño tiene una conducta que no es responsable o nada respetuosa, podemos darle la oportunidad de que lo arregle.
Si nos mostramos respetuosos y amables y dejamos que el niño tome la decisión de cómo arreglar el daño hecho, será una actitud tremendamente motivadora, ya que les estaremos enseñando a ser responsables.
Así, aprenderán de sus errores, verán cómo corregirlos y, lo más importante, a responsabilizarse de sus conductas sin tener miedo a que les avergoncemos o les riñamos.
7.- Tener ratos especiales
Es una de las cosas que los padres podemos hacer y que resultan tremendamente motivadoras para los hijos. A lo mejor pasamos mucho tiempo con ellos, pero debemos distinguir entre el tiempo que pasamos con ellos y esos ratos especiales.
Cuando los niños son pequeños no necesitan esos ratos especiales, lo que requieren es que estemos ahí todo el tiempo. Sin embargo, a medida que se van haciendo mayores necesitan sus ratos especiales con nosotros, sus padres y esto resulta tremendamente motivador.
¿Por qué hay que buscar esos ratos especiales?
- Sienten que les tenemos en cuenta, que tienen toda nuestra atención y que son importantes.
- Se pueden planear esos ratos con ellos y hacer una lista de cosas que les apetece hacer con nosotros.
- En ocasiones, es suficiente con desconectar el móvil. Este gesto que parece tan simple hará que nuestros hijos se sientan especiales porque tienen nuestra plena atención.
8.- Sí a la motivación, cuidado con los elogios
Hablamos a menudo de que elogiar a los hijos, les induce a mejorar su conducta y a tener un mejor concepto de sí mismos, pero podemos pensar que los elogios pueden hacer que algunos niños se conviertan en adictos a la aprobación de los padres. Y con ello, tal vez, desarrollen un concepto de sí mismos que dependa mucho de lo que opinen los demás. Por tanto, el efecto a largo plazo puede no ser siempre el que deseamos.
Tenemos que tener claro que la motivación implica animar y estimular al niño y su efecto a largo plazo es aumentar la confianza que tienen en sí mismos.
La autoestima no se gana solo cuando elogiamos a nuestros hijos sino cuando les hacemos ganar confianza en sí mismos, afrontando los problemas y teniendo en cuenta que cada error es una oportunidad de aprendizaje.
Debemos respetar el punto de vista de nuestro hijo, tenemos que ofrecerle nuestra ayuda y tenemos que hacer que confíe en sí mismos. Por ello, las preguntas que le hagamos les deben invitar a que se evalúe a sí mismo y a no depender solo de lo que nosotros pensemos de sus conductas.
9.- Sí a la motivación, no a la crítica
La mejor forma de ayudar a nuestros hijos a modificar sus conductas no es criticar las que no nos parecen correctas. Esto no quiere decir que no tengamos que hablar con ellos sobre lo que deben mejorar, sino que no tenemos que hacer que se sientan mal para que lo hagan.
Podemos sentarnos hablar con ellos y preguntarles:
- ¿Qué opinas sobre esta conducta?
- ¿Qué crees que debes cambiar?
- ¿Qué es lo que más te cuesta?
- ¿Cómo querrías hacerlo?
- ¿Qué necesitas?
- ¿Puedo ayudarte?
10.- Dedícales el tiempo necesario
Dedica unas horas a hablar, conocerles, estar con ellos, observar sus conductas y enseñarles lo que queremos transmitirles.
11.- Tablas de rutinas.
Las tablas de rutinas son importantes, ya que cuantas más cosas hagan nuestros hijos solos, más motivados y capaces se sentirán.
En ese sentido, la tabla de rutinas es una herramienta muy útil para animarles a que hagan acciones con o sin nuestra ayuda. Pongamos un ejemplo para tenerlo más claro. Podemos hacer una lista de las cosas que tienen que hacer una vez acaban los deberes hasta que se vayan a dormir:
- Ducharse
- Ponerse el pijama
- Recoger la habitación
- Cenar
- Cepillarse los dientes
- Leer un cuento juntos
- Y un sinfín de abrazos
La finalidad es que se sientan capaces y se sientan motivados.
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