Por qué mi hijo no me obedece? Claves para entender y gestionar el enfado infantil
16 de julio de 2025

Una de las preocupaciones más comunes entre las familias que me consultan es la siguiente: «Katia, mi hijo no me obedece. Intento explicarle las cosas con calma, hablar con él, ser empática, pero no funciona.»

La desobediencia infantil no siempre tiene que ver con falta de límites. A menudo, está relacionada con emociones que los niños aún no saben gestionar, como el enfado, la frustración o el cansancio.


Frases típicas que indican resistencia o desobediencia

Seguro que has escuchado alguna de estas expresiones:

  • “¡Ahora vooooy! Tranquila”
  • “Eso no es justo”
  • “¿Y por qué mi hermano no?”
  • “En casa de papá no tengo que hacerlo”
  • “La abuela sí me deja”
  • “Vas lista si crees que voy a…”

Este tipo de respuestas no siempre son desafíos directos a la autoridad. Muchas veces son manifestaciones emocionales. Especialmente, del enfado.

¿Cuándo se enfadan los niños?

Los niños y adolescentes se enfadan cuando las cosas no salen como ellos desean.
Por ejemplo, pueden protestar si se les pide recoger su habitación antes de cenar:
“¿Para qué si mañana se va a volver a desordenar?”

Aunque como adultos puede resultarnos frustrante, que un niño se enfade no es necesariamente malo. Es su forma de expresar desacuerdo. Además:

  • Indica que el niño siente que estás presente y pendiente.
  • Muestra que está empezando a asumir responsabilidades, aunque le cueste.
  • Refleja que está desarrollando su madurez emocional.

El enfado, bien gestionado, es una oportunidad de aprendizaje.

El enfado no es una emoción negativa

Las emociones no deben clasificarse en positivas o negativas. Son señales necesarias. El enfado, si no se identifica y regula, puede convertirse en ira, y ahí sí hay riesgo de comportamientos impulsivos o agresivos.

Por eso, es fundamental enseñar a los niños a identificar, expresar y gestionar el enfado desde pequeños.

Cómo ayudar a tu hijo a gestionar el enfado

1. Ayúdale a identificar lo que siente

Cuando observes señales físicas como puños apretados, tono elevado o expresión tensa, ponle palabras:
«Te veo muy enfadado, estás frunciendo el ceño y apretando los puños».

Nombrar lo que sucede ayuda al niño a tomar conciencia y empezar a calmarse.

2. Enséñale a expresarse con palabras

Comparte cómo tú gestionas situaciones similares:
«Cuando estoy muy enfadada, a veces cuento hasta diez antes de hablar, así me siento más tranquila».

3. Acompáñalo con empatía

Valida lo que siente, incluso si no estás de acuerdo con su comportamiento.
«Estás molesto porque querías seguir jugando y es hora de acostarse. Entiendo que no te guste».


Cómo anticiparte al enfado infantil: ejemplos prácticos

Anticiparse al conflicto ayuda a reducir la intensidad emocional. Aquí tienes algunos ejemplos que puedes aplicar:

  • Al final del día, cuando están cansados:
    «Tienes sueño, ¿quieres que te ayude a recoger tu habitación para que puedas acostarte antes?»
  • Cuando están aburridos:
    «¿Te vienes conmigo a hacer la compra? Así terminamos antes y puedes elegir algo para la merienda.»
  • Si se cancela un plan que les ilusionaba:
    «Querías salir en bici con tus amigos, pero está lloviendo. ¿Qué te parece si vemos una película juntos?»
  • Cuando pierden en un juego:
    «Te has enfadado porque perdiste. ¿Jugamos otra vez y lo intentas de nuevo?»
  • Si algo no les sale bien:
    «Has estado intentando hacerlo durante varios minutos, eso tiene mucho mérito. Mañana puedes volver a intentarlo y, si quieres, te ayudo.»
  • Cuando algo les parece injusto:
    «Comer verdura no te parece justo, pero es buena para ti. Después puedes elegir el postre que más te guste.»

El enfado bien gestionado fortalece la inteligencia emocional

Ayudar a tus hijos a gestionar su enfado les prepara para una vida emocionalmente saludable. ¿Cómo?

  • Identificando la emoción.
  • Expresándola con palabras.
  • Describiendo lo que ocurre sin juzgar.

Lo preocupante no es que se enfaden. Lo preocupante sería que se callen, que siempre den la razón, que se muestren sumisos sin cuestionar nada. La sumisión no es madurez, es desconexión emocional.

Educar desde la conexión, no desde el control

Cuando tu hijo no obedece, no lo etiquetes como desobediente sin más. Intenta comprender qué siente, por qué lo siente y cómo puedes acompañarle. Educar es un proceso de conexión, empatía y acompañamiento emocional, no una lucha de poder.

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¿Tienes dudas sobre cómo gestionar el enfado o la desobediencia en casa?
Puedes escribirme o dejar tu comentario. Estoy aquí para acompañarte.

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