Las conductas desadaptativas son frecuentes y hoy os cuento cómo actuar con varios ejemplos. Andrea está trabajando con el ordenador en el salón mientras su hija de cuatro años está jugando tranquilamente. La madre está centrada en su trabajo, cuando su peque empieza a rayar el mueble de la tele, Andrea levanta la vista del ordenador, le dice que eso no se hace y vuelve a su trabajo. Su hija vuelve a pintar el mueble. ¿Por qué? Porque recibe la atención de la madre.
En estos casos, muchos padres me preguntan pero… ¿le tengo que dejar que pinte el mueble? No, pero antes habrías tenido que alabar su comportamiento con pequeños muestras de afecto como un beso o un abrazo.
Ignora las conductas no apropiadas siempre y cuando no pongan en peligro la salud de los hijos
Y es que cuando los niños tienen una conducta desadaptativa, lo normal es que los padres pongan atención en esa conducta bien para hablarles a gritos, para sermonearles o para reprenderles.
Es importante, siempre que podamos, retirar la atención de la conducta negativa que tiene nuestro hijo porque el hecho de poner la atención en dichas conductas hace que se incrementen, ya que el niño aprende que, a través de la conducta desadaptativa, consigue la atención. Por otro lado, esto va dañando poco a poco la autoestima del niño y, a su vez, les crea dependencia.
Normalmente, los padres tienden a poner su atención, resaltar y reforzar las conductas negativas, pero cuando tienen una conducta loable como sacar un sobresaliente tienden a reconocerla o alabarla, en muchas ocasiones, en exceso y esto tampoco es lo adecuado.
Prestar atención a sus conductas positivas
Lo ideal es enseñar a nuestros hijos las conductas que van a atraer tu atención y cuando esas conductas se den, entonces debemos reforzarlas con nuestra atención, nuestras palabras y nuestra afectividad. Poner nuestra atención en las conductas positivas más sencillas de cada día como: «Has sido amable con tu hermano», «has dejado los zapatos en su sitio» o «has ayudado a poner la mesa».
Cuando resaltemos su conductas, debemos dejar bien claro de qué conducta hablamos y reforzar, especialmente, aquellas conductas opuestas a las que quieres que no se den
Eliminar frases como: «Es que siempre estáis peleando», «no tengo un momento de paz en esta casa» o «¿es que nunca hacéis caso de nada?» Es imprescindible reforzar aquellos momentos en los que los niños no se están peleando, reconocer esos momentos y resaltando específicamente esa conducta. Es decir, «¡qué bien que estás ahí sentada con tu hermano compartiendo la mesa!» en vez de decir, «¡qué buen chico eres!». Con estas palabras estamos reconociendo y reforzando que nuestros hijos están sentados juntos, sin discutir, dando importancia a la amabilidad y la generosidad de los hermanos.
A través del reconocimiento específico de una conducta le estamos transmitiendo unos valores. Por eso es tan importante no elogiar en general sino las conductas del niño
También es importante no añadir, cuando reconocemos una conducta, un pero o un por qué. Imagínate que uno de tus hijos está ayudando al otro a buscar algo que ha perdido o que les has dicho que se pongan hacer deberes y, efectivamente, se han puesto en la misma mesa sin discutir. Es, en ese momento, cuando debemos pensar las palabras que les vamos a decir para reforzar esa conducta.
Sin embargo, es muy fácil, a veces, utilizar palabras poco adecuadas y estropear ese reconocimiento. Añadir expresiones como ‘pero’ o ‘por qué’ hacen que el refuerzo se convierta en una crítica y también en una corrección.
¿Debemos ignorar las conductas desadaptativas?
¿Debo ignorar cuando mi hijo llora? Rotundamente no, es importante prestar atención a qué les ocurre o el por qué de ese comportamiento. Sin embargo, cuando ese lloro se convierte en una estrategia para conseguir lo que quiere o de chantaje emocional, hay que tomar medidas al respecto.
Muchas veces ignorar una conducta desadaptativa nos cuesta, ya que ver a los niños interrumpiendo con una rabieta o llorando sin motivo aparente para conseguir algo que de otra forma saben que no van a conseguir, nos provoca reacciones difíciles de ignorar. Esto exige un esfuerzo, un trabajo de nuestra inteligencia emocional, de nuestro autocontrol y estar centrados, sin olvidarnos de nuestros objetivos a la hora de educar a nuestros hijos.
Cuando hemos decidido focalizar toda nuestra atención solo ante las conductas positivas de los hijos, habrá un período en el que se van a intensificar por lo que debemos trabajar enormemente nuestro autocontrol. Ten en cuenta que el niño pensará: «antes me funcionaba y ahora no me funciona, voy a repetirlo otra vez y voy a a gritar cada vez más fuerte». No es que quiera volvernos locos sino que se trata de una conducta aprendida que debe asimilar.
¿Qué se supone que debemos hacer?
- Informarle de cuál va a ser tu reacción cada vez que tenga esa conducta en un momento determinado, eso le hará cambiar de estrategia.
- Evita el contacto visual
- Cuando deje de tener esa conducta inapropiada, inmediatamente reforzar y elogiar su cambio.
Informar a los hijos de lo que va ocurrir cuando tengan una conducta desadaptativa ayuda a que ellos sepan lo que va ocurrir
El objetivo final es ayudarles a través de nuevas herramientas, nuevas conductas y lo primero que tenemos que hacer es observarles muy de cerca para aprender su forma de actuar y de esa forma reaccionar de forma más adecuada.
En resumen, podemos decir que lo más importante es que pensemos qué conductas queremos reforzar y en cuáles vamos a poner nuestra atención positiva. De esa forma nos centraremos en promover dichas conductas. Por supuesto es importante seguir la pista a las conductas negativas, pero sin que el niño lo note.
¿Tu hijo tiene conductas desadaptativas muy concretas y no sabes cómo reaccionar? Házmelo saber en comentarios o si lo prefieres envíame un mail.
Sígueme para consejos sobre educación positiva en mis redes sociales!