Frena la ansiedad dejando de huir

La aparición de la ansiedad en los niños o adolescentes provoca como en los adultos, el pensamiento de necesidad de hacerla desaparecer. Hacer desaparecer todos esos pensamientos incomodos y la necesidad y el deseo de volver a ser » el de antes» para poder recuperar «su vida normal».

Todas las emociones que siente, tristeza, agobio, miedo, rabia, pérdida de autoestima…. etc  hacen que no tenga ganas de salir con sus amigos, ni de estudiar, ni de ir a clase, ni de hacer su deporte favorito ni siquiera practicar sus hobbies. En ocasiones, incluso le generan síntomas físicos como taquicardia, sudoración, falta de aire, temblores… Están como en “un agujero”. Y luchan contra esas emociones para que desaparezcan pero no hay cambios y cada vez está más atrapado en ese “agujero”. Es como si cavarán para salir del agujero, pero cada vez fuese más profundo. Entonces vienen a consulta.

Tratar en consulta la ansiedad

La ansiedad hace que crean que no hay salida. Cuando el niño o adolescente no quiere entrar en contacto con esas experiencias, sensaciones corporales, emociones, pensamientos,  recuerdos… modifica y evita las situaciones que las provoca a esto le llamamos: ‘evitación experiencial’.

En la consulta le ayudo a «aceptar» en primer lugar, es decir a «no evitar», a no controlar, a no enfrentarse a las emociones o pensamientos. y sí a admitirlas sin luchar contra ellas. Es decir, a dejar de cavar el hoyo. Le ayudamos a experimentar esas emociones o pensamientos incómodos sin evitarlos, en un contexto motivacional y con un sentido personal.

La causa de la ansiedad no son esos eventos internos molestos, sino las «barreras» que nos impiden aceptarlos.

Evitación y aceptación son incompatibles

Ante la ansiedad, los especialistas ayudamos a desarrollar las habilidades necesarias para tomar «compromisos», para cambiar la conducta, mediante una serie de herramientas, que se van adquiriendo de forma progresiva en la consulta.

De esta forma el niño o joven desarrolla «conductas alternativas», sin evitación, siendo capaz de estar en contacto con los eventos internos aversivos  y se consigue que mantenga los resultados obtenidos a lo largo del tiempo.

Conocemos las causas de esa evitación, a través de ejercicios, experiencias y metáforas. Se trabaja poco a poco, ayudándoles a ver el valor de esos eventos privados que funcionan como estímulos para esa evitación. Se evalúa también qué mecanismos utiliza para evitar la ansiedad y los pensamientos y las sensaciones que los provocan.

Relatamos con frecuencia para trabajar la «metáfora del hombre en el agujero», entre otras. En ella se relata como un hombre pasea por el campo y cae en un agujero, dentro del agujero hay una pala y para salir el hombre cava dentro del agujero con la pala: el agujero cada vez se hace más profundo. La solución no está ahí puesto que el agujero cada vez es más profundo. ¿Cómo crees que se puede salir?

Durante la terapia se hace hincapié en los repertorios de evitación: » no quiero estudiar, no quiero ir a clase, lo cual conlleva sentimientos de culpa, no quiero salir con mis amigos, no quiero hablar con nadie, mis compañeros estudian y eso me va a poner peor…»

Le hacemos entender que “querer controlar» esos pensamientos y emociones es el problema. Se trabajan todos los mecanismos que mantienen la evitación y se sustituyen por experiencias que facilitan la aceptación. Se le ayuda a ver las consecuencias a corto y a largo plazo de sus conductas.

Controlar los eventos privados es el problema no es la solución

Discriminamos el «Yo», así como las conductas que desea eliminar como cosas diferentes. Se profundiza el  «Yo como contexto», el «Yo como contenido», la desesperanza creativa, la difusión, la creencia de que los eventos privados son la causa, la clarificación de valores, el compromiso con ellos y con él mismo.

Se extinguen la reacciones condicionadas por esos eventos privados desagradables así como la reglas que mantienen la evitación, creando un contexto donde la “aceptación “es posible, a través de nuevas reglas. Y todo ello a partir de una relación terapéutica empática, donde el niño o adolescente no se siente juzgado, sino acompañado y comprendido.

Si tienes alguna duda sobre este post o quieres conocer más sobre mi forma de trabajar no dudes en ponerte en contacto conmigo.

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