En ocasiones, el diagnóstico de TDAH cae como un jarro de agua fría en los padres. El miedo a que sufran o a que lo pasen mal es un pensamiento que los padres no pueden evitar. Por eso, en el post de hoy os quiero traer algunos testimonios de padres con niños/as con TDAH que han pasado por mi consulta.
Casos de padres con hijos con TDAH
María y su cambio de vida con Matías
Desde pequeño ella me cuenta que ha sido un sinvivir, Matías no paraba quieto, le decía que no tocara algo y lo tocaba. Se caía a menudo, se rompió una pierna, le daban puntos en la barbilla, se tiró a la piscina sin saber nadar y su madre tuvo que tirarse para sacarlo y en el colegio estaba siempre castigado, cada día había ocurrido algo o hacía daño a algún niño.
En casa, María intentaba marcar límites pero era altísimo el nivel de ansiedad que había. Tenía rabietas constantemente, todo le parecía mal se ponía violento y agresivo. Llegado ese punto en el colegio le remitieron con cinco años a un centro especializado en niños con TDA-H y ahí le diagnosticaron TDA-H con hiperactividad e impulsividad. Entre otros profesionales (pediatra, el centro de TDAH, colegio…) entró en mi consulta pidiéndome ayuda.
María cuenta que hay un antes y un después cuando empezó a sustituir la autoridad por la paciencia. Sobre todo, cuando empezó a entender el problema y a descubrir que Matías era un niño dulce, cariñoso, sensible y bueno.
El hecho de no castigarle y reñirle constantemente sino de hablarle y de aplicar una serie de herramientas, ha hecho que sus reacciones sean menos violentas, más espaciadas, ya que él se va dando cuenta de lo que le pasa. Dos años después, María ve que su hijo está mejor que nunca, que todos en la familia disfrutan de él y que no hay que rendirse ante este diagnóstico. Su camino ha sido largo pero merece la pena recorrerlo.
Lucía y Ramón y su involucración como familia
Lucia y Ramón son un matrimonio como ellos mismos dicen “normale”, con trabajos normales. Tienen tres hijos estupendos y Nicolás, el mediano, está diagnosticado de TDA-H.
Desde que empezó a andar, Nicolás ya no paro y tras no dar con los profesionales adecuados pasaron unos años muy difíciles. Ellos me cuentan que en el colegio tenía muchos problemas por su impulsividad y su impaciencia. En 3º de Primaria los profesores les remitieron a un centro para que procedieran a un posible diagnóstico de un posible TDA-H. Finalmente, se confirmó este diagnóstico.
A partir de ese momento, empezaron acudir a la consulta buscando el apoyo psicológico necesario para manejar el estrés y la presión en ellos y, sobre todo, trabajar con su hijo.
Ahora en el colegio están contentos con él y ellos están más tranquilos. «Por fin, podemos disfrutar de ese hijo amable, inocente, bueno, inteligente, extraordinariamente sensible, leal que va conociendo las normas y que se va conociendo a sí mismo.”
A nivel familiar todos se han involucrado, incluso sus hermanas. Todos manejan herramientas, que les permiten ayudarle y por fin ven la luz para su hijo y para ellos.
José Antonio y Elena y su carrera de fondo con su peque
José Antonio y Elena se dieron cuenta cuando su hijo cumplió tres años de que tenía un importante retraso en el lenguaje. A partir de ahí, emprendieron un camino lleno de consultas con otorrinos, logopedas, pediatras… Ellos le diagnosticaron un «retraso en el lenguaje y en la madurez». Ya en primaria les dieron el diagnóstico de TDA-H con retraso en el lenguaje.
Ambos me hablan de cómo se evalúan constantemente como padres y lo críticos que son con ellos mismos. También cómo se reinventan día a día para conseguir nuevos objetivos, la paciencia que ponen en practicar a diario y las herramientas que utilizan constantemente con su hijo.
Ahora lo viven de otra manera, entienden que es una carrera de fondo y que, poco a poco, se van consiguiendo las metas y aunque no hay fórmulas secretas, el trabajo diario ayuda a superar las dificultades. Se sienten padres de un niño estupendo que les hace muy felices.
Nicolás y Bernardette, el no a las comparaciones
Nicolás y Bernardette tienen un niño al que diagnosticaron con seis años con TDA-H (hiperactivo e impulsivo). Tras un año acudiendo a consulta, me cuentan cómo han aprendido a no compararlo con los niños de su alrededor porque han comprendido que él es único y maravilloso.
Y aunque la experiencia ha sido dura, con ayuda y paciencia van aprendiendo cada día a superar los obstáculos y las incertidumbres.
Todos ellos tienen algo en común: disfrutan de sus hijos, adoran a sus hijos y han comprendido cómo sienten y cómo utilizar todas las herramientas posibles para ayudarles.
Al cabo de los años, van viendo como sus hijos van madurando y se han colocado al lado de ellos para ir venciendo obstáculos.
Todos ellos priorizan los sentimientos de sus hijos y les ayudan a andar su camino, no el camino que llevan otros, si no el que sus hijos necesitan, salvando los obstáculos de cada día. Todos ellos disfrutan de este camino al lado de sus hijos y nos transmiten un mensaje de ánimo.
Con cariño y paciencia se logra que los niños adquieran una serie de pautas y de herramientas, que les haga posible llevar una vida plena como cualquier niño de su edad, y que en un futuro sean adultos plenos y autosuficientes.
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