¿Consideras que aplicas justicia en la crianza de tus hijos? ¿Tu hijo se rebela ante normas que considera injustas? Es común que, en muchas ocasiones, los niños y adolescentes se opongan a cumplir aquellos límites que no perciben como justos. Como padres, es importante reflexionar sobre qué normas son realmente necesarias y evitar discusiones que no conduzcan a soluciones.
Tres Causas por las que una norma o límite puede ser perjudicial
Existen tres factores clave por los cuales una norma puede resultar perjudicial para un niño o adolescente. Entenderlos es fundamental para establecer límites adecuados que promuevan su bienestar.
1. Normas demasiado estrictas
El uso de un lenguaje agresivo y autoritario con nuestros hijos no genera una reacción positiva. Evita frases como:
- «¿Qué tienes que decir tú de esto?»
- «¡Te callas y punto!»
- «Aquí se hace lo que yo digo.»
- «¡Me da igual que estés cansado, hasta que no acabes no te levantas!»
- «¡En mi casa se cumple el horario que digo yo!»
- «Si los demás tienen paga, aquí tú gastas el dinero que yo digo.»
Es esencial mantener un tono respetuoso y evitar caer en autoritarismos que puedan generar resentimiento en los niños.
2. Demasiadas normas
La cantidad de normas que establecemos debe ser adecuada a la edad y capacidad de nuestro hijo para cumplirlas. Cada niño tiene un perfil único y, por lo tanto, requiere un enfoque distinto en cuanto a normas y cuidados. No existe un número fijo de normas; es vital adaptarlas a las necesidades y capacidades de cada niño.
3. Normas arbitrarias
Cuando no se establecen límites claros, se envía el mensaje de que todo está permitido. Los niños necesitan seguridad, y para ello deben conocer las rutinas y horarios del hogar, como la hora de la cena o el momento de irse a dormir.
Los niños sin límites claros pueden desarrollar ansiedad, ya que las rutinas les proporcionan seguridad y tranquilidad. Un ejemplo de norma arbitraria sería cuando un padre grita para que el niño apague la televisión en un momento de cansancio, pero, en otras ocasiones, permite que se quede hasta tarde viendo televisión.
Este tipo de inconsistencias genera confusión en los niños, que no saben qué comportamientos son aceptables y cuáles no.
La importancia del perdón en la crianza
Es fundamental que los padres reconozcan sus errores. Ni los padres ni los hijos son perfectos, y ambos aprenden a través de sus fallos. Los padres que reconocen sus equivocaciones y piden perdón están enseñando a sus hijos a hacer lo mismo.
Ejemplo práctico:
Imagina que llegas a casa agotado/a después de un largo día de trabajo y encuentras a tu hijo llorando por no querer comer verduras. Te dejas llevar por el cansancio y, en un momento de frustración, lo envías a su habitación como castigo.
Al día siguiente, te das cuenta de que actuaste mal. Entonces, te disculpas con tu hijo: «Perdóname, ayer estaba muy cansado/a y no resolví bien la situación. Creo que no fue justo».
Este acto de pedir perdón muestra a tu hijo que todos cometemos errores y que está bien rectificar.
La clave: La flexibilidad de los límites
Es importante recordar que los límites y normas familiares no deben ser rígidos. Pueden adaptarse según cambian las necesidades, la edad y las circunstancias de los hijos. Lo esencial es que estos límites sean consistentes y conocidos por los niños, para que comprendan las consecuencias tanto de cumplirlos como de no hacerlo.
Establecer normas claras y coherentes ayuda a que nuestros hijos crezcan seguros de sí mismos, sabiendo lo que se espera de ellos.
¿Estás de acuerdo con estas ideas? ¿Tienes dudas sobre cómo implementar normas en casa?
¡Déjalas en los comentarios! Estoy aquí para ayudarte.
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