Por qué los niños no obedecen a la primera es una pregunta muy repetida entre los padres.
«Es que se lo tengo que repetir 100 veces», «voy detrás de él todo el día para que me haga caso».
Estas son frases habituales en mis sesiones con madres y padres. Y lo cierto es que necesitamos revisar algunas creencias arraigadas que obstaculizan una educación basada en la empatía y la paciencia.
Reflexionemos: ¿Cuántas veces al día evitamos hacer lo que sabemos que deberíamos? ¿Cuántas veces actuamos en contra de nuestros propios valores?
Si durante 10 días anotáramos nuestras propias “desobediencias”, veríamos que nuestros hijos quizá obedecen más de lo que creemos.
No llevamos vidas perfectas: puede que no hagamos ejercicio, durmamos poco, vivamos con estrés, respondamos mal, usemos el móvil conduciendo, comamos comida rápida o incluso abusemos de sustancias.
Entonces, ¿podemos pedir perfección a nuestros hijos si nosotros no la cumplimos?
Nuestros hijos no son ni serán perfectos. Por eso es importante alejarnos de modelos educativos exigentes y patrones heredados.
Educar con límites, no con exigencias
Educar con límites no significa ser rígidos. Significa acompañar, guiar, motivar y ayudar a desarrollar personas autónomas, responsables y con valores.
No queremos hijos que obedezcan sin cuestionar.
Necesitamos permitirles su rebeldía, sus dudas, su criterio y su necesidad de explorar el mundo por sí mismos.
Frases que debemos evitar en la educación diaria:
- “¡Cuántas veces te tengo que repetir las cosas!”
- “¡Cuidado, estás jugando con fuego!”
- “¡No se te ocurra contestarme!”
- “Obedece porque yo lo digo”
- “Obedece a la primera”
- “No me cuestiones”
¿Y qué deberíamos decir o hacer en su lugar?
- Respetar su ritmo de maduración y sus errores.
- Corregir con compasión, sin humillaciones ni reproches.
- Practicar la empatía: ellos también tienen malos días.
- Poner límites desde el cariño y el respeto.
- Motivar su curiosidad y su aprendizaje.
- Tratarles con dignidad: así aprenderán a respetar.
Ejercicio familiar: crear cambios juntos
En vuestra próxima reunión familiar, cada miembro puede escribir lo que le molesta de los demás. Después, compartirlo y elegir juntos los cambios importantes.
Ejemplo de cambios concretos:
- Ducharse a las 8 porque se cena a las 8:30.
- Sin pantallas al meterse a la cama.
- Ropa sucia en el cubo, no en el suelo.
- Si su hermano molesta, acudir al adulto sin gritar o pegar.
Veréis que, posiblemente, vuestra lista como adultos será más larga que la de los peques. Acordad cambios realistas y equilibrados, desde el juego, no desde el castigo.
Y si la tensión en casa es alta, si cuesta entenderse, buscad apoyo profesional.
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