Madre manipuladora: ¿cómo afecta a los hijos?
12 de noviembre de 2020

¿Necesitas tenerlo todo bajo control? ¿Crees que la felicidad de tu hijo depende exclusivamente de ti? ¿Consideras que tus hijos son de tu propiedad? Frena y reflexiona. Puedes convertirte en una madre/padre manipulador y provocar en tus hijos heridas emocionales, a veces, sin darte ni cuenta.

Cada madre o padre ha crecido en un entorno familiar con unas características propias, un nivel socioeconómico diferente, una educación distinta y una serie de problemas emocionales. Sin embargo, trasladar toda esa historia a nuestros hijos no es una buena idea.

A lo mejor ha vivido en un ambiente machista o tóxico en el que se ha sentido reprimido o manipulado. Y nosotros, como padres, ¿queremos eso mismo para nuestros hijos?

Una buena forma de evitar trasladar a los niños y adolescentes nuestras heridas emocionales es conocerlas. Como padres tenemos que ser conscientes de estos procesos de nuestra niñez, adolescencia e incluso juventud. Es posible que, a su vez, nosotros vivamos repitiendo esos patrones, en ocasiones de forma inconsciente y, en ocasiones, muy conscientemente.

 

El amor de una madre es infinito, pero a veces conlleva aspectos que condicionan y marcan a los hijos.

La relación de un hijo con sus padres es fundamental para construir su identidad y sus futuras relaciones. Por ello, contar con un progenitor manipulador va a condicionar la independencia y la felicidad de sus hijos. 

En muchas ocasiones, ante un padre o madre que necesita controlar constantemente la vida de su hijo, nos encontramos con un niño que disimula su dolor y silencia sus emociones.

¿Qué consecuencias provoca tener una madre manipuladora?

Un padre o una madre manipulador siempre quiere que se hagan las cosas a su manera, nos dice cómo vestirnos y comportarnos, nos hace sentir mal cuando tenemos iniciativa propia, nos habla de sus múltiples sacrificios ante una conducta disruptiva. Esto puede llevar a que los hijos:

  1. Mientan, nieguen y oculten cosas. Los hijos con una madre/padre manipulador no construirán una identidad sólida y auténtica. Por eso mienten muy a menudo, con intención de esconder sus opiniones y no provocar que sus padres se puedan sentir culpables. Se protegen a través de la mentira.
  2. Oculten sus emociones para asumir las impuestas por sus padres. Esto conlleva un bloqueo emocional en el que les costará mostrar lo que sienten y conectar con ellos.
  3. Sean agresivos. Si a los hijos no les validamos emocionalmente, tenderán a expresar sus emociones de forma agresiva. Esto ocurre porque carecerá de habilidad para ello. La agresividad y la hostilidad estarán, a menudo, presentes.
  4. Presenten problemas para establecer relaciones íntimas y conexiones emocionales auténticas. No han dispuesto de su propio espacio para desarrollar una vida emocional sana y no les han enseñado las herramientas necesarias para hacerlo.
  5. Nieguen su sufrimiento. No quieren enfrentar sus emociones de dolor o de rabia, puesto que no saben cómo hacerlo y se sienten solos frente a ellas.
  6. Tengan problemas de autonomía y de autoestima.

¿Cómo puedo evitar ser una madre manipuladora?

Como padres debemos encontrar un equilibrio entre la protección, que es un instinto casi animal que todos los padres tenemos y no podemos evitar, con darles cierta libertad para que experimenten, se equivoquen y aprendan por sí mismos.

Por tanto es primordial que como padres entendamos que:

  1. No se deben sentir obligados a tomar decisiones para satisfacernos.
  2. No tienen que ceder a lo que nosotros queramos por temor. Esto es más importante si está en juego su autonomía y autoestima.
  3. No verter sobre ellos nuestras aspiraciones. No deben ser lo que no hemos conseguido nosotros.
  4. Respetar sus amistades y sus parejas.
  5. No les debemos sobreproteger.
  6. Dejar de ser competitivos con ellos.
  7. No es eficaz el uso del castigo para obligar y mucho menos la violencia física o verbal.
  8. Respetar su intimidad y no entrometerse en todo.
  9. No se deben sentir dependientes emocionalmente, ni inútiles o humillados.
  10. Debemos reflexionar sobre las causas de nuestro comportamiento y sobre las consecuencias que generan en tus hijos.
  11. Crear espacios donde podamos comunicarnos con ellos.
  12. Pedir ayuda si creemos que no podemos modificar estas conductas.

Las heridas emocionales que arrastramos de nuestra niñez o juventud no deben marcar la educación con nuestros hijos. Por tanto, son patrones en los que el asesoramiento y el apoyo de un profesional pueden darte las herramientas necesarias para ayudarte a modificar estas conductas. ¡No lo dudes!

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