«¡Se lo digo siempre todo por su bien!», «!Me saca de de quicio y sabe lo que hacer para enfadarme!, «¡Es que siempre estás igual!». ¿Te suenan estas frases, verdad?
En este post quiero daros algunos consejos de situaciones o acciones que debemos evitar cuando estamos poniendo normas y límites. En muchas ocasiones, me preguntan en consulta el por qué los límites no les funcionan y yo siempre les respondo que hay algún error en el proceso de establecimiento de estas normas.
¿Qué evitar cuando establecemos límites y normas a los niños?
Tratarle como si fuera un adulto pequeño
¿Estamos dando por hecho que cuando damos información a nuestro hijo/a tendrá que actuar en consecuencia? No nos paramos a pensar en cuántas veces sabemos lo que hay que hacer y hacemos justamente lo contrario.
Por lo tanto ¿es razonable exigir que nuestro hijo/a haga exactamente debe hacer? ¿Crees que está suficientemente preparado? Los niños y los adolescentes no siempre actúan de una forma sensata.
Lógicamente podemos y debemos explicarles el porqué de las cosas pero ellos irán integrando el mensaje a su manera, escuchando y comprendiendo poco a poco. Y a medida que vayan surgiendo cambios en sus conductas, tendremos que irles validando.
Con el tiempo irá entendiendo porque le das esa información.
No transmitirle que le entiendes
Aprende a transmitirle que le entiendes y que estás ahí para ayudarle en lo que necesite y acompañarle. Cuando les transmitimos que comprendemos perfectamente que quieran hacer una determinada cosa pero aún así la mejor opción es que hagan otra, veremos que su comportamiento cambia.
No comprender lo que necesitan en ese momento
Es imprescindible que intentemos ver cómo ven ellos/as la situación, intenta comprender lo que necesitan en ese momento.
No esperes que haga lo que tú consideras que debe hacer
No usar más de dos o tres frases seguidas
Tras la primera y como mucho tras la segunda frase repetitiva, tu hijo/a ya va a estar pensando en otra cosa, no te canses.
Tienes muchas ganas de dar información pero los niños/as normalmente están receptivos cuando los mensajes son cortos y concretos.
Antes de darles información piensa exactamente que les quieres transmitir, sino no podrás evitar que hagan o que piensen en otra cosa mientras te escuchan.
No dejarse llevar por las emociones.
Si nos dejamos llevar por las emociones en ese momento, estaremos perdiendo una maravillosa oportunidad de educarle de una forma positiva y probablemente estropeemos la situación y la convirtamos en algo difícil y problemático.
Normalmente los padres me decís en consulta que son los hijos los responsables de que os sintáis mal y os enfadéis.
Yo siempre os contesto: «Tú crees que tu hijo se ha levantado esta mañana y ha pensado: ¿voy a ver cuál es la mejor forma de cabrear a mis padres?»
No a que tus hijos tomen el control, aunque lo intenten
Los hijos hacen experimentos, quieren aprender como funciona el medio que le rodea quieren comprender hasta dónde puede llegar su control. Y todos queremos controlar de alguna forma lo que nos rodea y esto no es malo, de hecho, es adaptativo.
El problema surge cuando los mecanismos que utilizan para comprobar si pueden controlar la situación no son adecuados, es decir, si la forma que tienen de comprobar si pueden controlar o no, es generar una conducta negativa, para ver la reacción de los padres y ponerles a prueba.
No pienses que tus hijos no se sienten inseguros
Los niños se sienten inseguros y necesitan la confirmación permanente con tus hechos y con tus palabras, de tu amor y de tu apoyo, tengan la edad que tengan y estén viviendo lo que estén viviendo.
¿Qué hago cuando se me convierta en una olla presión yo estoy apunto de reventar?
Para, respira, sé consciente de cómo te sientes y si hace falta, retírate
Perder el control
Retirarse no es negativo. Puedes decir a tu hijo: «Me voy a ir un momento a mi habitación a tranquilizarme y cuando esté más sereno/a, hablamos”. De esta forma no perderás el control y enseñarás a tu hijo/a que existe la autorregulación emocional.
No a la queja
¿Creemos que la que la queja es una manera de conseguir cambios en las conductas de nuestros hijos? La queja, muchas veces, oculta la culpabilización.
La queja agota al que la escucha porque genera mucha tensión y se refiere constantemente al mal comportamiento de tu hijo, es decir, detrás de la queja, el mensaje es: «Ya no sé qué hacer contigo, no tienes remedio».
Cuando te pilles quejándote: para y respira
¿Tienes dudas? ¿No sabes cómo establecer límites? ¿Sientes que tus hijos no te respetan? Déjamela tus opiniones, dudas y sugerencias en comentarios.
0 comentarios