Muchos padres se sienten en ocasiones frustrados a la hora de aplicar límites o corregir un mal comportamiento en sus hijos porque a pesar de la constancia no consiguen que les hagan caso. Sin embargo, es importante saber que los límites son necesarios para que los niños sepan qué pueden o no hacer y qué se espera de ellos. Poner límites muy claros desde pequeños, que los niños sepan qué es lo que se espera que no hagan y enseñarles a aceptar el NO, es fundamental; porque lo normal es que los niños intenten saltarse esos límites, para ver hasta dónde pueden llegar y cuál es la reacción de sus padres.
Estrategias para corregir un mal comportamiento.
Detrás de un mal comportamiento hay una llamada de atención
Cuando ignores sus conductas se dará cuenta que no le funcionan. No le mires cuando esté llevando acabo una mala conducta.
Haz que estás ocupado en otra cosa. A veces, el retirarle tu atención hace que su comportamiento empeore al principio, si no está acostumbrado, pero es importante no ceder. De esta manera, cada vez sus rabietas, su enfado o su desobediencia durarán menos. Si esto es nuevo para él, el cambio será más lento, pero los resultados son muy duraderos.
«Por qué no me haces caso, quiero mis chuches». Entonces con tono tranquilo solo puedes añadir, sin prestarle mucha atención, que no es el momento de tomar chuches, ya que enseguida vais a comer.
Conducta inadecuada: pérdida de privilegios
La pérdida de privilegios es algo que se aplica cuando el niño especialmente, entre 2-10 años, no obedece o se porta mal. Cuando la conducta es inadecuada también ayuda y se debe aplicar de forma inmediata.
Si no eres mayor para tratar bien a tu hermana tampoco lo eres para tener la independencia que quieres. La recuperarás cuando te portes como un niño mayor.
Tiempo fuera
El tiempo fuera es que el niño pase un rato en un espacio aburrido para él, tras portarse mal o mentir. Lo debemos aplicar, sobre todo, con conductas agresivas o más molestas. Es eficaz entre los 2 y los 10 años. No hay que gritarle ni atemorizarle, es una oportunidad para que se calme durante unos minutos y reflexione.
Premiar las buenas conductas
Las conductas positivas pasan desapercibidas muchas veces. Por ejemplo, si están jugando tranquilos y juntos hay que resaltarles lo bien que lo están haciendo para reforzar esas conductas positivas.
«Qué bien os estáis portando , estáis recogiendo la mesa de maravilla…»
Hay que hacerlo inmediatamente y explicándoles lo que han hecho bien. Aplaudir cada pequeño cambio que va encaminado hacia las nuevas conductas es importante no hace falta que le salga perfecto. Reforzarle con arreglo a lo que le gusta el niño. Y hablar bien de él ante otros para que lo oiga.
Siempre, tenéis que confiar en vuestro hijo. Establece las prioridades por las que hay que empezar a corregirle, y hacerlo poco a poco. Observa si las malas conductas ocurren en algunas situaciones concretas, o en algún momento del día concreto, así sabrás si hay algún factor que lo pueda desencadenar sobre el que trabajar. Recuerda que los gritos, tu desesperación, las amenazas y castigos solo refuerzan su mala conducta. Escúchales y busca siempre una buena comunicación con ellos.
¿Y tú cómo actúas ante una desobediencia de tu hijo? Si tienes dudas o quieres ampliar información, no dudes en consultarme.
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