La familia es un contexto fundamental en el desarrollo psicológico, emocional y social del niño. Actualmente se ha pasado de la familia tradicional, a las familias no convencionales, como las monoparentales u homo parentales. Sin embargo, lo importante no es tanto el modelo familiar en sí, sino los lazos que se establecen entre sus miembros.
Cuando esos lazos se rompen en una situación como el divorcio nuestros hijos pueden tener sentimientos negativos como son la culpa, el miedo, la tristeza… entre otras emociones. Este proceso puede afectar de diferentes formas a los hijos e influyen variables como la edad, cuando ocurre el divorcio, el género, el nivel socioeconómico de la familia, la psicología de los progenitores… También la forma en la que se ha contado esta decisión a los hijos o el tipo de apego durante la niñez. Normalmente pasados los dos primeros años tras el divorcio, los hijos consiguen adaptarse bien mostrando una mejoría en sus desajustes, aunque no hay reglas fijas que se ajusten al 100% de los casos.
¿Cómo afecta el divorcio a nuestros hijos?
Tipo de conductas según la edad:
- Entre los 2 y 3 años puede aparecer algún retraso en algunas áreas de desarrollo de habilidades psicomotoras o de lenguaje, también que sigan haciéndose pipí por la noche y que solo quieran que sus padres estén juntos por encima de todo.
- Entre los 3 y 5 años habrá muchas preguntas, ya que ya sabrá lo que pasa y, muy posiblemente, el mundo será un sitio menos seguro. Incluso pueden adoptar patrones pasivos o agresivos.
- Entre los 6 y 12 años el niño se pone ya un poco en la posición de sus padres, pero su desarrollo emocional aún es muy incompleto y le va a costar entenderlo. Tal vez se vuelva más retraído para intentar ocultar su dolor o su enfado. Además manifiestan rechazo o rabia.
- En la adolescencia los hijos viven un profundo sentimiento de enfado, se sienten traicionados e impotentes. Tal vez sientan que se tambalea su identidad porque pierden el modelo parental y tienen un sentimiento de pérdida o vacío. Pueden vivir un aplazamiento de la entrada de su adolescencia y prefieren acomodarse en la niñez, para no seguir madurando o incluso presentan actitudes más infantiles. No se descarta la presencia de conductas hiperactivas, impulsivas, problemas escolares y problemas de relación.
Bajo rendimiento escolar
Esta revolución familiar y en su actitud también provoca un desajuste escolar y a la competencia académica. El 70 % de los niños cuyos padres se han separado presentan problemas de atención concentración y rendimiento escolar. Tanto la disminución de la atención, de la concentración y del rendimiento, están relacionados con el aumento del malestar psicológico.
Este malestar psicológico depende de muchos factores como la relación que tienen con los progenitores una vez separados, la relación de los progenitores entre ellos, las relaciones sociales con el colegio y con el resto de las familias de ambos progenitores. Y es que, sin duda, la familia y el colegio son los contextos educativos y de desarrollo más importantes en el niño.
Muchas veces los hijos no reciben la información de la manera adecuada ni la información suficiente y se encuentran solos con sus propios sentimientos. En mi consulta puedo comprobar que los hijos tienen su propia perspectiva de la separación de los padres y que muchas veces nada tiene que ver con la realidad. «A lo mejor me comportado mal y por eso papá ha salido de casa y se ha separado de mamá», es una de las frases más repetidas. Por eso siempre reitero la importancia de la comunicación. Los padres tienen que estar ahí y los hijos deben tener la certeza de que los padres van a estar ahí cuando lo necesiten. Los padres deben separar su rol de ex pareja y su rol de padres e intentar ver el mundo a través de los ojos de sus hijos.
Mi ex le habla mal a mi hijo de mí
Hay factores que son perjudiciales y aumentan la inestabilidad del niño como la manipulación por parte de alguno de los progenitores para ponerlo en contra del otro. Los niños entonces aprenden a llevar una doble vida cuando están con uno no debe haber muestras de cariño hacia el otro, es decir, no se sienten con el permiso de relacionarse libremente con los dos y deben ocultar una parte de sus emociones y de sus sentimientos, lo que provoca una bajada de su autoestima.
Algunos ejemplos de este tipo de conductas son:
- Hablar mal del otro progenitor con el niño delante. A veces se involucran incluso la familia o las nuevas parejas.
- Explicar al niño pequeño pequeño las causas del divorcio manipulando la información: hablar de los problemas económicos, infidelidades, violencia etc…
- Manipularles para que no hablen o no quieran estar con el otro o con su familia.
- Según la edad, el sexo y el vínculo que tuviera el niño antes de antes de la separación con el progenitor y sus rasgos psicológicos, la respuesta del niño será diferente. En cualquier caso, toda esta información con el tiempo, puede llegar a convertirse en un recuerdo traumático.
- La forma de pensar del niño no es como la del adulto y es muy frecuente que el niño lo viva desde la culpa y se sienta responsable por lo que está pasando, resintiendo su autonomía afectando al rendimiento escolar, presentando ansiedad, miedo, problemas conductuales…
- Cuando el niño ya es preadolescente o adolescente, a menudo saca beneficio de estas situaciones manipulando él mismo a ambos progenitores y sacando provecho de la situación.
Por tanto, como padres separados es imprescindible evitar:
- Que un progenitor hable mal del otro.
- Poner problemas para que el hijo esté con el otro.
- Subestimar los sentimientos del niño hacia el otro.
- Emitir juicios sobre el otro.
- Intentar convertir al niño en un espía.
- Hablar de temas económicos.
- Usarle como mensajero.
En esos casos se perjudica al niño y se perjudica en gran medida su desarrollo emocional y psicológico, así como el desarrollo de su identidad pudiendo generarse un aumento de la ansiedad y de la culpabilidad.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a superar nuestro divorcio?
Hay una serie de pautas que son muy importantes para ayudar a tu hijo en este proceso:
- Facilita la relación del niño con el resto de las dos familias, intenta que cambien lo menos posible su entorno y sus costumbres.
- Crea una nueva rutina: dales estabilidad.
- Evita ceder a los chantajes y no utilices a los hijos para hacer daño al otro.
- Que los familiares no hablen mal de los padres.
- Busca tiempo para estar con ellos: dales todo tu amor y tu presencia
- Que no tengan que sacrificar las cosas que les gustan.
- Darle respuestas sinceras no les mientas.
- Háblales de tus proyectos, expresarles tus emociones.
- No interfieras con la vida privada del otro progenitor y le descalifiques: no compitas con él/ella.
- Estate muy en contacto con los profesores.
- Mantente muy pendiente y alerta de las señales de malestar de tus hijos.
- Ayúdales aceptar y a gestionar sus emociones de rabia y enfado. No se deben sentir responsables o culpables.
- Mantén los límites, no caigas en la sobreprotección.
- Evita que se posicione y no se lo pidas, no tiene porque elegir entre papá y mamá.
- No seas más permisivo que el otro para competir por su cariño.
- En tus problemas con tu ex pareja no metas a tus hijos. Ellos os necesitan a los dos.
- Ten en cuenta cada día que ejemplo quieres darle.
- Y sobre todo no te culpabilices de las consecuencias, actuamos lo mejor que sabemos.
En los cambios comportamentales y psicológicos así como emocionales del niño influyen muchos factores entre otros la forma de comunicarle la separación al divorcio y la actuación después de comunicárselo. Por lo tanto, también es importante:
- Intentar que reine la paz entre los padres: buscar un equilibrio, vuestros hijos lo merecen.
- Ser justo con tus hijos.
- Mantener el contacto con el otro cónyuge.
- Buscar soluciones a los problemas.
- Hablar sobre el futuro: tener proyectos.
- Ver el lado positivo del proceso: no todo es malo.
- La vida continúa: descubre tus fortalezas y las de tus hijos.
- Crear nuevas rutinas.
- Asegúrate de que no se sientan culpables.
¿Cómo le digo a mis hijos que me voy a divorciar?
A la hora de decírselo es importante que:
- Estén los dos padres presentes. Con ello queremos reforzar el mensaje de que los dos seguiremos siempre aquí para vosotros.
- Reiterarles que ellos no tienen la culpa.
- Contarles cómo serán las cosas en el futuro y cuál serán las nuevas costumbres.
- Minimizar el impacto.
En ocasiones es necesario la búsqueda de ayuda especializada. El profesional asesora y apoya proporcionando información y “herramientas” para que los padres sepan las etapas que van a vivir, tanto ellos como sus hijos y para que este reto sea lo más adaptativo posible para todos. Además plantea llegar a compromisos y acuerdos para que todo el proceso se realice buscando el mayor bienestar, psicoemocional de todos los miembros de la familia.
Precisamente, desde la Terapia de Aceptación y Compromiso trabajo con ellos para que identifique sus sentimientos, emociones y recuerdos. Los comunique y acepten, al igual que la nueva situación en la que están viviendo. Una vez identificados podemos trabajar más allá y llegar a sus miedos y sus sufrimientos. Vivir esa transición vital tan importante acompañados y que, de esta manera, desaparezcan las conductas inadecuadas, aumente su flexibilidad psicológica, mejore la relación con los padres y con el entorno, disminuya la ansiedad y, en definitiva, haya una mejoría del ajuste psicológico de los niños y adolescentes tras el divorcio.
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