El poder de las emociones. Claves para una crianza consciente
17 de enero de 2024

Saber manejar las emociones consiste en saber ponerles nombre, reconocer la información que nos transmiten los pensamientos que se asocian a esas emociones e incluso a nuestras reacciones físicas. Con ello conseguimos que esa emoción no nos domine ni controle, sino que la podamos colocar en su sitio y ayudar a nuestros hijos con nuestro ejemplo.

Y es que conectar con las emociones de tus hijos implica mirar a través de sus ojos y ayudarle a buscar soluciones en aquellas situaciones que han provocado determinadas emociones. Nuestros hijos necesitan que conectemos con sus emociones para que podamos ayudarles de verdad.

Los niños y adolescentes viven las emociones pero no las entienden, no las conocen realmente y necesitan en los momentos en los que se sienten controlados y desbordados por ellas, que les abracemos y que les enseñemos qué hacer con todo ese proceso.

¿Cómo podemos aprender a identificarlas?

  1. Ser conscientes de que esa emoción está dentro de nosotros.
  2. Ponerle nombre: qué es lo que siento, cómo se llama lo que siento…
  3. Buscar el origen de esa emoción, qué es lo que he hecho para que yo me sienta así.
  4.  ¿Qué señales físicas van asociadas a esa emoción? Me sudan las manos, lloro, tengo taquicardia…
  5. Qué pensamientos aparecen asociados a esa emoción.
  6. Distancia para ser capaz de cambiar esos pensamientos por pensamientos positivos.

Es fundamental, que manejemos este proceso bien para poder  acompañar y enseñárselo a nuestros hijos, ya que tendremos que ayudarles a seguir estos pasos en momentos de mucha intensidad emocional.

Cuando nuestros hijos están siendo controlados por una emoción muy fuerte no debemos irnos a otra habitación y pensar: «ya se le pasará»

¿Qué tipos hay?

Hay que tener en cuenta que las emociones nos traen mucha información, nos avisan de que algo está pasando y todas las emociones tienen un objetivo y una función. Algunas de ellas están ahí para garantizar nuestra seguridad ante situaciones de peligro, situaciones de amenaza, situaciones socialmente delicadas o que nos pueden perjudicar. Otras veces, nos ayudan a integrarnos, a relacionarnos y a empatizar con otros seres humanos.

Emociones básicas

Son fundamentales como la alegría, el enfado, la tristeza, el miedo, el amor, la vergüenza, la ira, la sorpresa… Estamos ante emociones con las que tenemos que intentar que nuestros hijos se familiaricen

Debemos enseñarles que no hay que tener miedo a sentir las emociones sino que hay que aprender a reconocerlas, hay que aprender a transformarlas y de eso dependerá su bienestar psicoemocional. Para ello necesitan nuestra atención, nuestra comprensión y que les acompañemos en todo este proceso de aprendizaje.

Lo normal es que estas emociones primarias de las que estamos hablando sean emociones que pasen durante un periodo muy corto de tiempo y luego se transformen en otra emoción o desaparezcan.

Emociones secundarias

Son aquellas que experimentamos como consecuencia de una primera emoción básica o primaria. Ocurre, en ocasiones, cuando nuestros hijos no saben lo que están sintiendo, no reconocen lo que les pasa y no han sabido manejar esa emoción básica.

Por ejemplo: si un poco antes de ir a un examen nuestro hijo empieza a tener ansiedad, a tener taquicardia, le sudan las manos, no puede respirar…. Podemos pensar entonces que esa emoción secundaria está tapando una primaria que no fue aceptada como el MIEDO a hacer el examen ya que no había podido estudiar.

Por eso, es tan importante identificar las emociones y atenderlas cuando surgen así, evitaremos la aparición de otras emociones secundarias.

Muchas veces las emociones de nuestros hijos son algo que no somos capaces de entender y que nos hacen reaccionar sintiéndonos impotentes o  nos enfadamos, provocando así conflictos en casa. Lo que nuestros hijos necesitan de nosotros es que respetemos sus procesos, que comprendamos cómo se sienten, que valoremos sus ritmos, sus etapas de crecimiento y sus emociones. La única manera de hacerlo es escuchar primero las nuestras.

¿Tienes dudas sobre la gestión de las emociones? ¿Te gustaría conocer ejemplos concretos? Házmelo saber en comentarios y si necesitas más ayuda puedes ponerte en contacto conmigo a través del correo electrónico o mis redes sociales.

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