Niños y adultos solemos repetir conductas que, de una forma u otra, nos proporcionan cierta gratificación. Por eso es tan importante aplicar en los niños, desde pequeños, técnicas positivas que irán poco a poco modificando ciertas conductas.
Hay que pensar que quizás muchas de esas conductas, que consideramos no adecuadas en nuestros hijos, las siguen llevando a cabo porque, de alguna forma, consiguen esa gratificación de la que hablábamos. Por ejemplo, quizá consideran divertido contestar al profesor de clase porque sus compañeros de clase le animan o tienen nuestra atención cada vez que llevan a cabo ciertos comportamientos.
La atención que solemos darles cuando hay una conducta poco adecuada como levantarles la voz, intentar razonar con ellos con largos sermones, amenazarles… Todo esto puede actuar como reforzador y lo único que se consigue es que el niño continúe con esa conducta.
Por tanto, hoy os quiero hablar de una herramienta: la extinción.
¿Qué es la extinción?
Es una técnica con la que vamos a conseguir reducir o eliminar las conductas de nuestros hijos que no nos parecen positivas, porque vamos a eliminar ese reforzador que lo estaba manteniendo.
¿Cómo aplicar esta herramienta?
El primer paso es observar y analizar con detenimiento la conducta del niño y la forma en la que respondemos o cómo responden sus amigos a dichas conductas. Si somos nosotros quienes les estamos prestando la atención, ¿qué debemos hacer?
- Retirar nuestra atención.
- No dar ninguna explicación a nuestra retirada de atención.
- No haremos ningún comentario.
- No le miraremos.
- No haremos gestos de que no estamos de acuerdo ni resoplaremos…
- Actuaremos como si no hubiera ocurrido nada.
De esta forma, actuaremos como si no pasara nada. No es fácil de practicar ya que espontáneamente tendemos a manifestar lo inadecuada que es su conducta.
¿Cuándo aplicamos la extinción?
- Siempre y cuando no sea peligroso para el niño/a o para los demás. No vamos a dejar que el niño juegue a tirar piedras a los demás niños o a subirse un árbol muy alto o asomarse por una barandilla peligrosa.
- Cuando la gratificación que obtenga habitualmente venga de nuestra parte.
¿Qué puede ocurrir?
Es frecuente que, al principio, la conducta que estamos ignorando empeore. Esto es algo normal ya que el niño sabe que siempre ha funcionado y cuando ha reclamado, ha conseguido tu atención. También sabe que si lo sigue haciendo, acabará consiguiéndolo.
Por tanto, es imprescindible que, a pesar de todo, sigamos con nuestra extinción, es decir, sin hacer caso a su comportamiento de forma evidente para el niño/a.
En ocasiones, el niño/a mantiene una conducta desafiante porque en clase sus amigos se la refuerzan cuando se enfrenta a los profesores. Si tu hijo dice en clase frases como «no quiero», «¿qué se ha creído, que yo lo voy a hacer? Está loco», es posible que sus compañeros le den palmadas en la espalda y le consideren un líder. Ante este refuerzo externo, es posible que se reproduzcan estos mismos comportamientos en casa.
Cuestiones a tener en cuenta:
- Analizar cómo nos vamos a sentir cuando llevemos a cabo esta extinción.
- Tener claro que, aunque empeore al principio, acabará reduciéndose si somos constantes.
- No debemos responder con enfado ni sentirnos provocados o retados.
- Estamos utilizando una técnica eficaz que no tiene ningún tipo de riesgo para nuestros hijos.
Si nuestros hijos ven que hay cualquier fisura en nuestro comportamiento y que no tenemos clara su eficacia, conseguirán desmontar nuestra reacción.
Dudas sobre la herramienta: ‘la extinción’
Una de las grandes preguntas que me plantean los padres cuando les planteo esta herramienta es si no deberían decirle que esto está mal. Efectivamente, la extinción conlleva una desaparición de las conductas indeseables en nuestros hijos porque, precisamente, al ignorarlas estamos aplicando una técnica muy eficaz que conlleva nuestra falta de absoluta de aceptación.
Los comportamientos inadecuados de nuestros hijos no desaparecen por el hecho de que les demos muchas razones sino que se mantienen porque obtienen un beneficio secundario. Y no lo hacen con mala intención, lo hacen porque tienen un largo entrenamiento, saben que les funciona y además no valoran los beneficios de los refuerzos positivos naturales de las conductas adecuadas.
Generalmente, ya hemos dado muchas explicaciones cuando habido una conducta inadecuada y no han servido para nada. Debemos tener muy claro que son los dos, padre y madre, los que deben trabajar en la misma línea para que esto sea eficaz.
¿Tienes dudas sobre la herramienta de la extinción? Déjamelas en comentarios o si prefieres puedes enviarme un mail.
Buenos días, mi hija se levanta llorando cada día 2 horas antes de ir al colegio diciendo que no quiere ir, pero luego allí está perfectamente adaptada y se lo pasa de miedo. La profe me ha propuesto que hagamos extinción con ella para que deje ese comportamiento, tengo mucho miedo a no saber hacerlo, a ponerme nerviosa y a dejarme arrastrar por sus sentimientos, pero lo cierto es que así no podemos seguir porque está acabando con nosotros. Puede vd. orientarme más. Me ha dicho la profe que dado que la niña empieza con pensamientos obsesivos del tipo qué toca hoy, cuándo acaba el cole o a qué hora viene mi papà a buscarme… se lo expliquemos solo una vez y después de eso como pregunta obsesivamente practiquemos la extinción.
Hola Ruth:
Cuando hay una serie de conductas que impide a una niña desarrollarse plenamente, ser y crecer feliz, es necesario que intervenga un terapeuta.
Los problemas de cada niño son únicos y cada niño es un mundo. No se puede generalizar.
Estaré encantada de atenderte si quieres pedir una cita.
Un saludo