El miedo al rechazo, al abandono, una autoestima poco trabajada, unos padres muy exigentes, celos de los hermanos…
Debemos plantearnos que pasa cuando un niño da la razón en todo a sus padres siempre y se vuelca en obedecer. Que ocurre si nunca expone sus opiniones sobre lo que le apetece o cómo le gustaría que fueran cosas si son diferentes a lo que sus padres proponen.
Detrás de esas conductas, del anteponer siempre lo que piensan o dicen los padres, el niño está ignorando sus propias emociones y su autoestima se va a resintiendo progresivamente. Esto, sin duda, pasará factura en su bienestar psicoemocional.
Cuando los niños adoptan una actitud muy complaciente, normalmente reciben el reconocimiento de los padres, lo cual refuerza más aún su actitud. Por tanto, los padres tienen que observar estas conductas y ver si el niño también opina, si expresa lo que quiere o si elige entre varias opciones. Mostrar su opinión es realmente necesario. En caso contrario, hay que analizar el origen de estas conductas.
¿Cómo saber si mi hijo es un niño complaciente?
- El entorno familiar es muy importante, es clave diría yo. Las familias muy exigentes o muy sobreprotectoras o tal vez muy ausentes son factores clave en el desarrollo de la excesiva complacencia con los hijos.
- El niño puede tener una autoestima baja y necesitar oír las palabras de aprobación, constantemente, por parte de sus padres.
- Pueden ser niños muy perfeccionistas que no quieran decepcionar a unos padres muy exigentes.
- El miedo al rechazo de sus padres o al abandono pueden también ser el motor de esa excesiva complacencia. Esto es un sentimiento muy frecuente.
- También pueden darse niños que crecen con unos padres que proyectan en ellos sus propias inseguridades o anulan a sus hijos.
¿Qué se puede hacer ante un hijo complaciente?
En primer lugar, hay que intentar averiguar cuáles son las emociones que hay detrás de estas conductas e intentar averiguar qué es lo que mueve realmente al niño para comportarse de esta manera.
¿Cómo lo podemos hacer?
- Hay que observar cuando lo hacen, cómo, con quién lo hacen y sobre todo cómo se sienten.
- Hay que empatizar con ellos y trabajar la raíz del problema.
- Hay que ayudarles a expresar, a opinar a compartir, a hablar de sus emociones.
- Hay que darles libertad y confianza para que vayan forjando, poco a poco, sus opiniones.
- Hay que motivarles para que sean ellos los que tomen la iniciativa y respetar sus elecciones.
- Hay que dejar claras las bases para que, en la familia, todos expresen y hablen con libertad…
Muchas veces esto no es suficiente y se necesita la ayuda de un profesional.
La Terapia de Aceptación y Compromiso en niños complacientes
La Terapia de Aceptación y Compromiso trabaja directamente sobre el núcleo de la conducta, es decir, en las causas que provocan estos comportamientos rígidos y desadaptativos del niño.
Trabajo tanto con el niño como con los padres. Y es que la colaboración de los padres es fundamental para ayudar al niño y trabajar en equipo. La implicación de los progenitores ayuda mucho para conseguir cambios duraderos a largo plazo.
El objetivo es conseguir una mayor flexibilidad de la conducta del niño con nuevos patrones de comportamiento más sanos y adaptativos.
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