¿Nuestra personalidad influye en la de nuestros hijos?
7 de septiembre de 2021

De la misma a forma en que nuestros hijos no son conscientes de algunos aspectos de su carácter, los padres, a veces, tampoco somos conscientes de cómo afecta nuestras creencias, prioridades, exigencias o nuestro estilo de vida en la educación y en la personalidad de nuestros hijos.

Por eso, en consulta siempre insisto en que los padres se conozcan a sí mismos y sean conscientes de sus prioridades, ya que cuanto más nos conozcamos, antes podremos detectar esas creencias o conductas contraproducentes que tienen un gran impacto en nuestros hijos y les pondremos remedio. En ocasiones, simplemente nos la tomaremos con humor y así les daremos a conocer a nuestros hijos que sí, que puede llegar a ser una simple manía.

¿Qué queremos conseguir con ello? Ser mucho más eficaces en la educación de nuestros hijos y en la gestión de nuestra propia vida.

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Ejemplos de cómo afecta nuestra personalidad en nuestros hijos

Para tener claros los conceptos vamos a conocer algunos ejemplos que nos muestran diferentes estilos de educación:

Es la hora de acostar a los niños en la casa de los Rodríguez. Sin embargo, la madre prefiere esperar a que sus hijos se queden dormidos en el suelo y luego llevarlos a la cama para evitar discusiones con ellos. Su prioridad es la COMODIDAD. Quiere evitar el estrés, las discusiones, el dolor y los conflictos en general.

No es el caso del padre, que prefiere el CONTROL. Cree que es muy importante que los niños tengan un horario, una responsabilidad, que hagan todas sus tareas antes de acostarse, se cepillen los dientes y estén durmiendo a las 21:30. Para él, tener el control de sí mismo y de los demás es una forma de evitar el sentirse criticado.

Como podemos observar los Rodríguez tienen diferentes estilos de educación y esto desconcierta a sus hijos y, muchas veces, les impulsa a traspasar los límites y a no portarse bien.

Cuando la prioridad de los padres es la COMODIDAD para evitar el dolor y el estrés, provoca que los hijos no quieran cumplir límites y no se porten bien, porque creen que puede pueden hacer lo que quieran sin obedecer normas. Mientras que cuando la prioridad es el CONTROL. Suelen ser padres demasiado estrictos, no implican a los hijos en establecer los límites que debe haber y los niños se sienten frustrados y tienden o bien a rebelarse o a querer complacerles para obtener su cariño.

Ahora estamos en la casa de los Gutiérrez y es la hora de dormir. La madre cree que es bueno que los niños se acuesten pronto y les da una charla muy larga sobre lo que es correcto y su responsabilidad a la hora de hacerlo, pero no se siente bien porque no le escuchan. Su prioridad es la SUPERIORIDAD y hacer las cosas bien es una forma de hacer que su vida tenga sentido.

El señor Gutiérrez solo quiere que sus hijos sean felices y que no haya problemas a la hora de irse a la cama, su prioridad es ser COMPLACIENTE para que todo sea agradable y acuesta a sus hijos poniéndoles el pijama, ayudándoles a cepillarse los dientes, les lleva un vaso de agua y les da un abrazo interminable antes de dormir. Ambos son muy diferentes y hace que sus hijos se cuestionen sus límites muy a menudo.

En este ejemplo tenemos la prioridad de la SUPERIORIDAD. Su necesidad de tener razón induce a los hijos a sentirse incapaces a sentir que nunca van a estar a la altura de lo mucho que esperan sus padres de ellos. Por otro lado, está la COMPLACENCIA para evitar el rechazo y provoca que los niños se aprovechen de ella para conseguir lo que quieren.

Por supuesto, estamos antes situaciones extremas, pero casi todos podemos reconocer alguna ligera tendencia dentro de nuestras propias prioridades.

Desenmarañar, hacernos conscientes y conocer nuestras propias creencias y nuestras propias tendencias sería de gran ayuda a la hora de educar a nuestros hijos

 

Conocerse a uno/a mismo para una crianza más sana y saludable

Estas tendencias se han ido forjando a largo de nuestra propia infancia y ahora son ellos los que están acumulando experiencias para desarrollar sus propias características.

  1. A la mayoría de las personas que les gusta tener el control, no les gusta que les critiquen, les gusta tener el control de sí mismo y de los demás y eso les hace sentir seguros. Todo esto puede provocar que los hijos se conviertan en personas muy desafiantes hacia los límites de sus padres.
  2. Cuando la prioridad es la superioridad, en estos casos, las personas dan sentido a su vida sintiéndose lo bastante buenos, lo cual hace que los hijos se sientan incapaces de llegar a los objetivos que les marcan sus padres.
  3. Si es la comodidad. Normalmente, se da para evitar el dolor, los disgustos, los conflictos emocionales y esto induce a los niños a volverse consentidos y a no cumplir las normas.
  4. Los padres complacientes hacen que los niños se sientan inseguros por la falta de límites.

Hay que tener en cuenta que estas prioridades o tendencias provocan en nuestros hijos justo lo contrario de lo que de lo que perseguimos. Por ejemplo:

  • El padre que quiere complacer a sus hijos se olvida de preguntar qué es lo que quieren.
  • La madre que persigue la comodidad puede que agobie o haga sentirse incómodos a sus hijos, lo cual va a generar problemas en el futuro.
  • Los padres que creen que deben controlar a sus hijos y que deben sentirse seguros por encima de todo. Puede que descubran que sus hijos se sientan incapaces siguiendo sus pasos y que se pasen la vida esforzándose sin límites para demostrárselo.

Es importante que nos conozcamos mejor a nosotros mismos. Esto nos ayudará a criar a nuestros hijos de forma de una forma más sana y saludable.

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