«¡Hazlo tú que para eso eres mi madre!» ¿Tu hijo/a te da este tipo de contestaciones y ya no sabes qué hacer? Las respuestas fuera de lugar y las faltas de respeto son más habituales de lo que pensamos, pero es necesario poner remedio cuanto antes para que esas conductas no vayan a más y se trasladen a otros aspectos.
Debemos tener claro que durante la preadolescencia y la adolescencia las conductas desafiantes se incrementan y la paciencia debe ser nuestra gran aliada y no dejarse llevar por las emociones para no acabar en luchas de poderes que no benefician a nadie.
Posibles motivos de las faltas de respeto y las respuestas fuera de lugar:
- Les gusta probar hasta donde pueden llegar y cuáles son tus límites.
- Piensan que les estás faltando al respeto, tal vez por un exceso de órdenes y se rebelan.
- Tienen un mal día, están pasándolo mal y con problemas que aún no conoces.
- No les hemos enseñado a comunicarse e interactuar con respeto.
¿Cómo podemos manejar este tipo de situaciones?
- Muchas veces los padres creen que intensificando el número de límites y el control, enseñarán a sus hijos a portarse mejor: error.
- Resulta muy tentador castigar a los hijos cuando nos faltan con sus respuestas, pero justamente ahí es cuando tenemos que controlar nuestras emociones para tomar las decisiones adecuadas.
- Lo importante es que aprendan que contestar mal no es eficaz y que tendrá otra oportunidad si se esfuerzan para comunicarse mejor.
Algunas pautas:
- Cuenta hasta 10 antes de reaccionar contestando mal a tu hijo/a, después de que lo haya hecho. Evita frases como “no se te ocurra volverme a hablarme así”.
- Cuando tu hijo se haya calmado, utiliza su mala contestación para hablar con él. No entres en luchas de poder.
- Pon atención a las emociones de tu hijo/a, que hay detrás de esa reacción.
- No intentes controlar a tu hijo con el castigo.
- Cuando se haya calmado, podréis hablar sobre el problema que hay y dejar claros los límites.
- No cedas ante sus exigencias.
- Podemos irnos a respirar un rato antes de responder, pero no intentes controlar su conducta cuando tiene una frase fuera de tono o una falta de respeto. Espera a que se haya calmado y entonces le puedes preguntar: «¿Ahora podemos hablar?».
- Hay que estar dispuesto a asumir que, a veces, somos nosotros los que antes le hemos enseñado con nuestras reacciones a faltar al respeto y hemos fomentado las luchas de poder.
- En vez de dar órdenes, utiliza la reuniones en familia para recordar los límites.
- Evita frases como «¡Recoge los zapatos!» y apuesta más por: «¿Y los zapatos?». Te sorprenderás de que su reacción es diferente.
- Cuando estén tranquilos es bueno sentarse para hablar sobre la responsabilidad que debe asumir ante sus conductas y buscar soluciones.
- Mantén una comunicación diaria entre todos los miembros de la familia, es de gran ayuda para que haya respeto y diálogo.
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